A punto de cumplir 49 años, el cinco de enero, y con la perspectiva de cinco o seis meses de recuperación de la tibia derecha que se rompió esquiando, a Miguel Ángel Jiménez no le hace ninguna gracia que le pregunten por su posible incorporación "en breve" al circuito sénior. Porque MAJ sigue teniendo el mismo espíritu competitivo de hace treinta años, y lo de no estar entre la élite del golf le repatea bastante.

Hace apenas dos meses, en noviembre, volvió a coronarse en Hong Kong, lo que da una idea de su nivel de forma al borde de los cincuenta. Este triunfo lo sitúa como el ganador más veterano de la historia del Tour Europeo. Pero la muestra más evidente de que los años no parecen pasar por él es que 12 de sus 19 títulos los ha cosechado superada la barrera de los cuarenta.

Por eso le duele doblemente la rotura de la tibia derecha que se produjo esquiando en Sierra Nevada: "Con lo bien que estaba jugando...." se queja; porque el pensaba dar el cien por cien al menos un año más, mojándoles la oreja a tantos jóvenes que hay en el Tour que podrían ser sus hijos.

Miguel Ángel, que ha tenido que hacer algunas concesiones en su preparación física para estar al nivel de los más jóvenes, no por debajo, ha competido con éxito durante tres generaciones: la de Ballesteros, la de Tiger y la del joven McIlroy. Ahora se va a perder los próximos meses de competición, y de los grandes como mínimo el Masters de Augusta, al que no dejaba de acudir desde el 2004, y quien sabe que más, porque hasta el próximo verano tiene tarea para la recuperación.

"La vida viene como viene", dice en cierto modo resignado. "Hace algún tiempo me enganché al esquí y aunque sabía que corría estos riesgos no podía dejarlo", porque entre otras cosas lo practicaba para que también lo hicieran sus hijos.

Ha sido mala suerte. Pero al pisha todavía le queda ilusión por el golf, "que me lo ha dado todo", y eso si, que aun no le hablen del senior.