Resucitó de sus cenizas, de su calamitosa vida sentimental y de sus dolorosas lesiones (ocho operaciones: cuatro de espalda y cuatro de rodilla), cayó, resurgió, volvió a ganar un grande, su decimoquinto, a tres de igualar los de Nicklaus... el instinto asesino del Tigre nunca desaparece. Y es que Tiger, a sus 43 años, exuda talento por los cuatro costados. Ahora, esta madrugada hora española, acaba de igualar en Japón nada menos que el récord de torneos ganados en el PGA Tour, 82, los que ostentaba hasta ahora en solitario Sam Snead. Esta leyenda de golf tardó 29 años en conseguir esa abultada cifra de victorias en el Circuito de Estados Unidos. Woods se hizo profesional en 1996, hace 23 años, así que tiene recorrido por delante para pulverizar la marca de Snead y, tal vez, para dar caza al rey del Grand Slam e igualar y quizá superar los dieciocho majors del Oso Dorado.

El triunfo japonés de Tiger tuvo como escenario el Zozo Championship, disputado en el club Accordia Golf Narashino, y lo culminó a lo grande, con birdie en el 18 y sacando tres golpes al segundo clasificado, Hideki Matsuyama.

Haber alcanzado el record de 82 triunfos en el PGA Tour los 43 años es un hito más dentro de su milagrosa recuperación. Y es que hasta hace unos años, Tiger era ya casi un exjugador, destrozado físicamente como consecuencia de sus dolencia de espalda y rodilla, y encima con la losa del escarnio público por sus escándalos sexuales en 2009 y su detención por sospecha de conducir bajo la influencia de sustancias químicas, en 2017. 

"No podía levantar un palo de golf; la vida me dio una segunda oportunidad", confesaba antes del Masters 2018. Y agregaba: "Antes de la última cirugía tuve que ser ayudado durante seis meses para levantarme de la cama. Y hubo días que incluso aunque me ayudaran, no podía pararme. Me quedaba tirado en el suelo o en la cama. Fue la parte más dura que me haya tocado vivir". 

La lenta recuperación del genio llegó en septiembre de 2018, con la victoria en el último playoff de la FedEx Cup, el Tour Championship, que significó volver a triunfar en el PGA Tour después de cinco temporadas. Y en abril de este año sonó la gran campanada al imponerse en el Masters, que acabó con una sequía de once años sin majors y supuso su decimoquinta victoria en el Grand Slam.