Sergio García y Tiger Woods han hecho las paces en Merion, la sede del Open de Estados Unidos, con un apretón de manos y una nota de puño y letra del golfista de Borriol, quien junto a Gonzalo Fernández-Castaño y José María Olazábal conforma la representación española en este segundo Grande del año.

García compareció ante la prensa dos horas después de que lo hiciese Tiger, el supuestamente ofendido por la última descarga verbal con tintes racistas que profirió el español en Wentworth (Inglaterra), hace mas de dos semanas.

Tiger fue muy conciso sobre el asunto. "No hemos hablado de nada. No teníamos tiempo. Sergio se acercó, me dijo hola, nos estrechamos la mano y eso fue todo. Ahora toca jugar al golf", dijo el mejor golfista del mundo para explicar la fotografía que más vueltas ha dado al mundo antes del torneo: el apretón de manos entre Sergio y el californiano.

García ratificó poco después las palabras de Tiger. "Todavía no ha sido posible hablar con él (Tiger) sobre el asunto. No hemos tenido tiempo. Pero sí le dejé en su taquilla una nota escrita a mano. Ojalá pueda leerla", confesó.

"No me corresponde a mi contar lo que pone en la nota. Se la escribí a él. Si Tiger desea mostrarla está en todo su derecho, pero yo no revelaré su contenido", añadió García, quien pidió disculpas públicamente y hace dos semanas tras bromear sobre su disputa con Tiger en el campo -se movió cuando el español golpeaba una bola- con una invitación a cenar pollo frito, de tinte racista por ser la comida frecuente de los negros durante la esclavitud.

La tensión durante la conferencia de prensa de Sergio García llegó a su punto más elevado cuando un periodista de color, sentado en primera fila frente al golfista español, le preguntó si era consciente de que sus palabras iban más allá de los límites de los dos jugadores, en referencia al colectivo negro.

García respondió: "Lo entiendo y por eso pedí perdón. Sé que le pudo doler a mucha gente y eso hace sentirme mal, te lo puedo asegurar".