A 500 kilómetros de la costa marroquí y a 1.000 del continente europeo, a 90 minutos de vuelo desde Lisboa, se yergue en el Océano Atlántico el archipiélago de Madeira, un singular enclave portugués que ofrece muchos alicientes al turista, entre ellos golf de calidad. El archipiélago está compuesto por las islas pobladas de Madeira y Porto Santo y por las inhabitadas Islas Salvajes (Selvagens) y Desiertas (Desertas).  Madeira, cuyo nombre (madera) proviene de su gran cantidad de árboles, es la isla mayor y la que concentra prácticamente casi toda la población del archipiélago, unas 250.000 personas (Porto Santo sólo tiene unos pocos miles), de las cuales la mitad reside en la capital, Funchal.

La isla, que mide 57 kilómetros de largo por 22 de ancho y disfruta de un clima moderado (medias de 23 grados en verano y 17 en invierno) presenta una orografía dura, con pronunciados acantilados de cientos de metros de altura y cumbres que llegan hasta los 1.800 metros. De hecho, Madeira tiene la segunda montaña insular más alta de Europa, sólo superada por el Teide. Esa abrupta fisonomía ha obligado a construir más de 150 túneles para facilitar las comunicaciones por carretera. Nada más llegar a la isla por vía aérea (también arriban cruceros), se aprecia la complejidad orográfica de Madeira en la pista de aterrizaje, cuya prolongación de la original es una impresionante obra de ingeniería sobre gigantescos pilares que prolongan la colina en más de medio kilómetro. Bajo este inmenso tramo ‘aéreo’, aprovechando la cobertura y el espacio entre las grandes columnas, se han construido diversas instalaciones polideportivas.

Debido a su abrupta fisonomía, en Madeira no hay playas naturales (hay varias artificiales, con arenas traídas de Marruecos), pero sí varias piscinas de grandes dimensiones de acceso público en determinados puntos de la costa. Donde sí que existe una magnífica playa natural de arena fina de nueve kilómetros de longitud es en Porto Santo, también conocida precisamente por ello como la isla dorada. Porto Santo se encuentra a 40 kilómetros de Madeira, distancia salvada en 15 minutos en avión o en dos horas y media en un ferry rápido.

La oferta de alojamiento de Madeira es amplísima, con hoteles de todas las categorías que comprenden unas 30.000 camas en total. Hay numerosos establecimientos de cinco estrellas, concentrados mayoritariamente en Funchal y alrededores. Existe asimismo una gran gama de restaurantes que sirven una gran gama de platos internacionales. En la cocina local predominan los pescados y mariscos. La pesca deportiva en embarcación es precisamente otro de los atractivos de la isla, especialmente la del blue marlin. El submarinismo y todo tipo de deportes náuticos encuentran en Madeira un escenario idóneo.

.

Honor a su nombre

Madeira, descubierta en 1418 por navegantes portugueses, hace honor a su nombre: enormes extensiones de arboleda se extienden a lo largo de la isla. No es de extrañar que el senderismo constituya uno de los principales reclamos turísticos. En pleno bosque laurisilva, con ejemplares de cientos de años, existen senderos y veredas que se extienden por más de 1.400 kilómetros de ‘levadas’ (acequias) y permiten apreciar todo el esplendor y los bellísimos paisajes de la isla.

Aparte de los enormes bosques, donde predominan los pinos de imponente porte, Madeira destaca por el colorido de sus cuidadísimos jardines, que conjugan especies autóctonas con otras provenientes de los más remotos lugares del mundo.

El golf se ha convertido en los últimos años en un fuerte reclamo para los turistas que visitan Madeira, que superan el millón al año, con predominio de portugueses continentales, británicos, alemanes y nórdicos. El archipiélago cuenta con tres campos de golf, todos ellos abiertos al público: dos en Madeira y uno en Porto Santo. Hay proyectado un cuarto campo, en Ponta do Pargo, en el noroeste de la isla de Madeira, que al parecer se va a llevar finalmente a cabo tras haber estado paralizada su construcción durante varios años.

.

Club de Golf do Santo da Serra

Destaca por su currículo, el Club de Golf do Santo da Serra, de 27 hoyos y considerado como uno de los más espectaculares de Europa gracias a sus inigualables vistas desde las montañas sobre el mar. Este campo fue sede permanente del Madeira Island Open, torneo oficial del Circuito Europeo  que se disputó de 1993 hasta 2015 y que fue ganado en tres ocasiones por españoles (Santiago Luna, Pedro Linhart y Diego Borrego).

Diseñado por Robert Trent Jones e inaugurado en 1991, el campo está situado a escasa distancia de Funchal, en la localidad de Santo da Serra y a menos de 15 minutos del aeropuerto. El recorrido principal, par 72 de 6.039 metros, se caracteriza por calles generosas, manicurados greens y gran variedad de tees. Las vistas a la costa y el mar desde este campo son de una belleza espectacular.

Junto al campo se encuentra el Estalagem (hotel con encanto) Serra Golf, cuyas instalaciones incluyen un bonito palacete de principios del siglo pasado que anteriormente fue utilizado como casa club del golf y también como ‘casa de chá’ (salón de té). Hace ocho años se convirtió en hotel y se añadió a la casa original, con la que se comunica mediante una amplia galería, un ala más moderna, dotada de la mayor parte de las habitaciones. Se respira una ambiente acogedor y relajado, a lo que contribuye el bello entorno natural que lo enmarca y el agradable trato del personal. En la casa antigua, cuya fachada es de color azul pálido, se encuentra un bonito salón con chimenea y sofás tipo chéster, así como el coqueto comedor del hotel.

.

Palheiro Golf

Palheiro Golf es el segundo campo de golf de la isla de Madeira. Diseñado por el norteamericano Cabell Robinson e inaugurado en 1993, se encuentra a 500 metros sobre la bahía de Funchal, junto a los exóticos jardines de la Quinta do Palheiro. El recorrido de 18 hoyos, par 72 y 6.015 metros, presenta un trazado muy movido que discurre entre colinas y valles, algunos muy profundos. Anexo al campo se encuentra el coqueto hotel Casa Velha do Palheiro, un cinco estrellas (miembro de la asociación de hoteles con encanto Relais & Chateaux) que hace dos siglos fue casa de campo del conde de Carvalhal. La propiedad fue adquirida en 1885 por una familia inglesa, y hace 20 años sus descendientes, tras haberla sometido la antigua casa a una profunda reforma, la abrieron como hotel de máximo nivel, con unas elegantes instalaciones caracterizadas por un confortable estilo británico.

.

Golf de Porto Santo

El tercer campo, y más joven, del archipiélago es el de Golf de Porto Santo, enclavado en la isla del mismo nombre. Inaugurado en 2004, consta de un trazado de 18 hoyos par 72 y de otro de 9 hoyos cortos. Otro nombre de prestigio estampó su firma en el diseño de este campo: Severiano Ballesteros. El recorrido presenta varios lagos que entran en juego y también hay espectaculares hoyos al borde de acantilados. Las vistas son espectaculares en todo momento.

Ocio