“LA MAYORÍA DE LAS INFRACCIONES DE LAS REGLAS DE GOLF SE PRODUCE POR ERROR O DESCONOCIMIENTO, NO DE FORMA DELIVERADA”

Velar por el cumplimiento estricto de las Reglas de Golf en las competiciones que se le encomienden para ser arbitradas es la principal función del Comité de Reglas de la Real Federación Andaluza de Golf.

También fomentar desde la base el respeto de las reglas de etiqueta, responder las consultas sobre reglas que formulen clubes y jugadores, luchar contra el juego lento, impartir formación a los comités de competición de clubes, organizar arbitrajes, determinar el número de intengrantes del colectivo arbitral, regular los requisitos y pruebas para acceder a la categoría de árbitro de la RFGA...

Diego Molina, un abogado cordobés que juega al golf desde hace más de tres décadas, es el presidente del Comité de Reglas de la RFGA y la persona idónea para hablar de cómo se conducen los golfistas en el campo en relación a las normas de juego.

–¿Cuáles son las consultas sobre Reglas de Golf que clubes y jugadores realizan con mayor frecuencia?

–Las consultas de jugadores en general se suelen referir a la aplicación a situaciones concretas de prácticamente todas las Reglas de Golf, aunque quizás la mayoría verse sobre cómo y dónde obtener alivio cuando la bola ha ido a parar a un obstáculo de agua, una obstrucción o un terreno en reparación. Las consultas de los Comités de Competición suelen versar sobre la adecuación o no de las decisiones que adoptan o la interpretación de los reglamentos de sus pruebas.

–En base a su dilatada experiencia, ¿qué reglas son las que más se infringen y cuáles son por desconocimiento y cuáles de forma deliberada?

–Las más frecuentemente infringidas, generalmente por inadvertencia, son las Reglas 13-1 y 13-2, que ordenan jugar la bola como está, sin mejorar el sitio en que reposa y las demás circunstancias del golpe (colocación del jugador, área de swing y línea de juego), la Regla 15-3 sobre jugar bola equivocada, y las Reglas 18 y 19 sobre bola en reposo movida o bola en movimiento desviada o detenida. Personalmente no sólo creo sino que tengo constatado que la gran mayoría de las infracciones de las Reglas de Golf se produce por error o por desconocimiento de las mismas, pero no por una deliberada intención  infractora.

–¿Qué nivel de respeto de las reglas de etiqueta se registra, en términos generales, en los campos de golf andaluces? ¿Cuáles son las que más se incumplen?

–El jugador andaluz suele ser muy respetuoso con las normas de comportamiento en el campo, que es en definitiva en lo que consisten las Reglas de Etiqueta. Tan solo hay una que, por desgracia, no goza de ese respeto generalizado, sino todo lo contrario. Me refiero a la regla de conducta que obliga a dar paso al grupo que viene jugando detrás, no sólo cuando el tuyo ha perdido su posición en el campo o simplemente el grupo de atrás es evidente que va jugando más rápido, sino también, como suele ocurrir, cuando alguien de tu grupo tiene que buscar bola y es previsible que no se va a encontrar con facilidad. Son muy pocos los jugadores dispuestos a dar paso. La mayoría no sé si es que considera que hacerlo les rebaja, les humilla o les perjudica, cuando en realidad es elegancia y fair play.

–Las autoridades que rigen el golf mundial (R&A y USGA) abogan, para no desvirtuar la esencia del juego, por un uso de los dispositivos electrónicos limitado a la estricta medición de distancias y no para comprobar otros parámetros como dirección y velocidad del viento, pendientes de green, etc. ¿Qué opina usted de la utilización de los aparatos tecnológicos en el campo de golf?

–No tengo casi nada en contra de la tecnología aplicada al juego del golf en general, ni en particular contra los medidores de distancia. Desde hace muchísimos años existen en los campos postes, árboles u otros elementos indicadores de la distancia a green. En bastantes campos además, en el suelo, en cada aspersor, está pintada su distancia. Se editan y venden en los campos libritos con muchos más puntos de referencia. ¿Por qué, pues, no permitir los medidores de distancia? Y respecto de otros aparatos que midan otras circunstancias del juego, es cierto que el R&A y la USGA hoy están en contra, pero también lo estuvieron en su día contra los medidores de distancia y ya no. Es de prever que más tarde o más temprano se autorice todo. Por mi parte solo pongo un “pero” que se corresponde con el “casi nada en contra” que decía al principio: al final vamos a acabar con el “yo contra el campo” o “le he ganado al campo” sustituyéndolo por “mi ordenador contra el campo” y tener que llevar un PC en la bolsa de palos. Creo que el golf así será bastante menos divertido, especialmente si alguna vez llegamos a tener que decir: “Hoy mi ordenador ha bajado de hándicap”.

–El juego lento ha sido, y en muchos sitios continúa siéndolo, un problema en muchos campos de golf. ¿Qué recomendaciones haría a los directores de los campos para solucionar o paliar en lo posible ese escollo?

–Es un tema cuyo estudio en profundidad requeriría mucho más espacio que esta entrevista. En forma resumida le puedo decir que mi particular teoría sobre el juego lento, comprobada en las competiciones que arbitro, es que en una mínima parte se corresponde con un bajo nivel de juego del jugador, que necesita dar mayor número de golpes, pero sobre todo está en relación con el creciente número de jugadores que salen al campo. A más jugadores, menos ritmo, porque los grupos se amontonan. Lo tengo comprobado: si en una competición de 90 jugadores se calcula para cada grupo un tiempo por ejemplo de cuatro horas y media para los18 hoyos, este tiempo, vigilándolo, se cumple por todos los grupos. Con 120 jugadores, los últimos grupos, hagas lo que hagas, tardan cinco horas largas, y con 140 jugadores, seis horas o más. A los Comités yo puedo pedirles (aunque no me hagan caso) que limiten el número de participantes. Pero a los directores de los campos no puedo pedirles que vendan menos green fees. Y es que la preocupación por evitar el juego lento es evidente que obedece tan solo al deseo, o necesidad comercial, de que haya mayor número de competidores o de que salgan al campo cuantos más jugadores mejor.

–Ejercer de árbitro de golf no conlleva los peligros para la integridad física que sufren sus homólogos del fútbol. Sin embargo, seguro que como árbitro le han sucedido buenas anécdotas a lo largo de los años. ¿Podría contarnos una?

–Afortunadamente no conozco ningún caso de agresión física a un árbitro de golf, aunque sí, rara vez, algún insulto no demasiado grave por la víctima de una penalización o de una decisión no del agrado del interesado. En lo personal no he sufrido ni lo uno ni lo otro; pero sí una vez tuve que ser evacuado en camilla de un campo de golf (Montecastillo concretamente): al bajar una desnivel para ir a asistir a un jugador en un problema de un terreno en reparación, tuve la mala fortuna de que resbalara un pie mientras el otro quedada clavado sufriendo doble fractura y luxación de ambos maléolos en el tobillo izquierdo.