‘El golfista más interesante del mundo’. Nada menos que así lo definió la prensa norteamericana durante el pasado Masters de Augusta, donde a punto estuvo de dar la gran campanada y lograr, a sus 50 años, la victoria. Han pasado más de tres décadas desde que Miguel Ángel Jiménez tuviese la feliz idea de ejercer de caddie los fines de semana para echar una mano en casa, un hogar con escasos ingresos y muchas bocas que alimentar (son siente hermanos).

Con 15 primaveras dejó el colegio, se dedicó de lleno al golf como caddie y empezó a hacer sus pinitos en el campo de prácticas. En 1982 se hizo profesional y, tras cumplir el servicio militar, en 1985, con 21 años, comenzó a dedicarse en serio a la competición. Amante de los coches veloces, los puros y el buen vino, el jugador malagueño, a sus 50 años, está dando más guerra que nunca. Ya desde los 40 empezó a hacerlo, como lo demuestra el hecho de que catorce de sus veintiuna victorias en el Circuito Europeo las haya cosechado desde que entró en su cuarta década vital.

En su exitosa participación en el pasado Masters, donde acabó finalmente cuarto, a dos golpes del campeón, igualó el record de mejor vuelta (66) realizada en la historia del torneo por un jugador mayor de 50 años. Anteriormente lo hicieron Fred Couples (en 2010, con 50 años) y Ben Hogan (en 1967, con 54). También igualaba el malagueño su mejor resultado en sus quince apariciones cuando en 2010 firmó 66 en la ronda final.

Sólo una semana después de su deslumbrante actuación en el Augusta National, Jiménez volvía a sorprender al mundo con su victorioso debut en el Champions Tour, el circuito senior de Estados Unidos. En su primera incursión en el Tour de los mayores de 50, en el Greater Gwinnett Championship, el jugador de Churriana se impuso con dos golpes de ventaja sobre el alemán Bernhard Langer, el golfista que ha cosechado 19 triunfos en siete años en esta división. Otro ‘histórico’, Fred Couples, quedaba cuarto. Jiménez se convertía así en el decimoctavo jugador de la historia que ganaba un torneo del circuito senior en su debut. El malagueño es el segundo jugador español de la historia que gana en el Champions Tour, después de José María Cañizares, que en 2001 se impuso en el Toshiba Senior Classic.

Y para remate, cuando estas líneas estaban a punto de pasar por la imprenta, el Pisha volvía a hacer otra de las suyas, al imponerse, en playoff, en el Open de España, disputado en mayo en el PGA Catalunya Resort.

 

EN SU ESCUELA DE GOLF

Nos recibe Miguel Ángel en la escuela de golf de Torremolinos, uno de sus empeños por devolverle al golf en su tierra lo mucho que este deporte le ha dado.

Llega tarde porque estaba liado con los preparativos de su segunda boda, con la economista austriaca Susanne Styblo, que se celebraría unos días después y por atender a su madre, que había tenido un pequeño problema médico. No para un minuto este caballero: es un polvorilla de 50 tacos.

En los últimos tiempos se ha convertido en el hombre de moda del golf. El día antes había venido a entrevistarle un periodista canadiense, esa misma mañana un sueco, así todos los días, y él aguantando estoico en el poco tiempo que le queda entre viaje y viaje, entre entrenamiento y entrenamiento "porque el trabajo duro es la base de todo. Hay que picar piedra todos los días".

Si no está con un palo en la mano a Miguel es como si le faltara algo, tiene la sensación de estar perdiendo el tiempo.

–Recientemente se le ha concedido la Medalla de Oro de Málaga, y en Andalucía en general goza de un amplio reconocimiento. ¿Se siente profeta en su tierra?

–Hombre, todos los reconocimientos sientan bien ¿no?. Llevo veintiséis años dándole la vuelta al mundo y a todos les gusta que se le reconozcan las cosas cuando se está vivo, no cuando la has espichao, que es lo que suele pasar.

Nadie es profeta en su tierra, aunque he ganado un par de veces en Andalucía, y que te den algunos homenajes te hace sentirte bien, por supuesto. Es el fruto que uno recoge por el trabajo de toda una vida.

–Desde hace unos meses se ha convertido en el hombre de moda del golf en todo el mundo, especialmente después de su actuación en el Masters...

–Los últimos quince años llevo jugando muy bien al golf. Han sido los mejores de mi carrera. Y últimamente, alrededor de los cincuenta, la verdad es que me va muy bien: gané en Hong Kong a finales del año pasado, gané el primer torneo senior en el que he participado, cuarto en el Master, en fin... sigo mareando la perdiz; treinta y pico en el ranking mundial, la verdad es que estoy en un momento muy bonito de mi vida.

 

–La prensa de todo el mundo le persigue...

–Sí, porque, la verdad, es que es atípico, no es normal que con la edad que tengo esté jugando como si tuviese diez años menos.

–Mejora con el tiempo, como los buenos vinos.

–Los buenos vinos con el tiempo se ponen mejores, hasta que, como todas las cosas, llega un momento en el que ya no pueden mejorar y comienzan a avinagrarse.

Yo espero no haber llegado todavía a ese punto. Aun sigo buscando la perfección y continuar aprendiendo.

–Los cincuenta son para la mayoría de los golfistas un cambio drástico de ciclo, sin embargo parece que no es así para usted.

–Normalmente los jugadores cuando llegan a los cincuenta ya no son productivos en el circuito regular, y los últimos tres o cuatro años antes de llegar a esa edad están solo pensando en cumplirlos para empezar otra vez en pleno apogeo en el circuito senior, donde llegan como jóvenes.

Yo vengo del circuito regular en buena forma, en buena situación y, de momento, con un cien por cien de efectividad: he jugado un torneo y lo he ganado ¿que más se puede pedir?

–¿Tuvo la sensación de que pudo ganar el Master?

–Tuve la sensación, dado como estaba jugando toda la semana, de que, al menos, iba a estar ahí, luchando por el triunfo. Le estaba pegando muy bien a la bola, jugando bien, con una dinámica muy buena y la cabeza centrada. Todo en su sitio, que es lo que necesitas para estar en el Mastert...

–Hubiese sido el culmen de una carrera impresionante.

–Hubiese sido la leche. Aunque yo sigo teniendo esperanzas de ganar un major. De echo estoy clasificado para todos los que quedan. Acabo de jugar uno en el que estuve cerca y todavía quedan más para seguir dando la lata.

–Además de la alegria de ganar ¿que sensación le dio jugar por primera vez en el circuito senior?

–Hace catorce o quince años que tengo la tarjeta del Tour Americano, donde jugué un par de temporadas, y ahora he vuelto como catorce años atrás. Veo las mismas caras que entonces, la misma gente que en aquella época eran mayores que yo, y ahora me los vuelvo a encontrar, es como regresar en el tiempo.

La sensación ha sido muy buena, todos estaban muy contentos de que estuviese jugando allí, porque un poco de aire fresco es bueno para el Tour, para los sponsors, para la televisión... Me han recibido muy bien y estoy muy satisfecho.

–Lo del Open de Hong Kong, con cuatro victorias, es único, deberían ponerle su nombre al torneo.

–Hong Kong es un campo que me gusta mucho, me identifico muy bien con él; hay que jugar mucho con la bola, moverla bien, y se adapta perfectamente a mi juego.

–Uno de sus objetivos este año es jugar la Ryder Cup ¿Después que otras metas se propone?

–Jugar la Ryder Cup es mi principal prioridad, por eso no voy a jugar más en el circuito senior hasta el Open Británico Senior, que se celebra justo después del Open.

Mi meta es estar dentro del equipo europeo de la Ryder Cup y para eso tengo que jugar en el circuito regular, luego vamos a ver como terminamos el año y como estamos en el ranking mundial.

Veré también como comienzo el año que viene y entonces tomaré una decisión, porque en 2016 están los juegos olímpicos, y si sigo estando bien posicionado a los mejor hay que hacer otro sacrificio y jugar las olimpiadas -dice irónico.

La verdad es que me encantaría ser olímpico. Voy a dejar que el tiempo vaya tomando las decisiones por mi.

–La imagen que usted proyecta puede parecer un poco atípica comparada con la de los jóvenes golfistas, muy de gimnasio, muy atletas; usted no renuncia a sus puros, al buen vino... parecería que le va más la "buena vida" que el entrenamiento exigente ¿pero imagino que sus éxitos no se los regalan, que detrás de ellos hay un trabajo duro y constante?

Por supuesto. Yo con cincuenta años no voy a cambiar mi físico ni mucho menos, ni a dejar de disfrutar de las cosas que me gustan, pero fumando, bebiendo y comiendo no se llega a ningún lado, son placeres aparte, después hay que hacer un trabajo serio y constante.

Yo me levanto y voy al gimnasio, pero no voy a estar ahí 24 horas. Tengo que hacer un trabajo de mantenimiento, seguir estirándome, un poco de pesa, pero no mucho porque no quiero cambiar mi estructura ni lesionarme si exagero. Y después dar bolas y más bolas. La garantía del éxito está en el trabajo duro, hay que picar piedra todos los días.

Cuando yo empecé en el Tour hace 26 años la gente no se preparaba como ahora, todo era mucho más técnico. Ahora hay más poderío, más potencia: es el golf moderno al que todos tenemos que adaptarnos de alguna forma.

–¿Que le parece el apodo que le han puesto en Estados Unidos : "El más interesante hombre del golf" ( The most Interesting man in golf)?

–Siempre hay gente ávida de buscar apelativos a las cosas, y bueno, pues muy bien, no me disgusta, me agrada.

–Aunque sigue mandando en le ranking mundial, la distancia con sus perseguidores se ha reducido bastante, apenas les saca unas décimas a Scott y Stenson. ¿Cree que el reinado de Woods está próximo a acabarse o todavía hay Tigre para rato?

–¿Como voy yo a decir que se está acabando la época de Tiger W. si tiene treinta y tantos años y yo cincuenta?. No se puede matar a nadie antes de tiempo. Es un jugador impresionante, y hoy el único sobre la tierra que puede batir el récord de Nicklaus en cuanto a majors se refiere. Hay que tenerle respeto. Nadie puede pensar que un jugador de esa clase se va a perder de la noche a la mañana.

–¿Le cuesta viajar casi todas las semanas?

–A mí lo que me gusta es lo que hago: competir; y eso me obliga a viajar.

Aunque es verdad que se hace un poco duro porque son muchos años dándole la vuelta al mundo, pero esto es lo que se hacer, es lo que me divierte, y es de lo que vivo.

–¿Se le han quitado las ganas de seguir organizando torneos?

–¿Seguir organizando torneos? ¿para lo agradecidos que son? Que les den... Si quieren que organice torneos yo estoy encantado pero que vengan con la manteca por delante, porque he perdido mucho dinero y la gente tiene mucha cara -no quiere especificar quienes, pero se entiende.

En el último Open de Andalucía se me cayó un sponsor institucional días antes del torneo, cuando ya estaba todo comprometido, y luego decían que no. Ya lo teníamos todo montado y Miguel Ángel Jiménez solo tiene una palabra, y por eso se hizo el torneo, pero ahí se acabó.

Yo estoy dispuesto a hacer todo por mi tierra, a hacer cosas aquí, pero estos señores que están al cargo de las políticas turísticas y económicas no se dan cuenta de que gracias al golf todavía vivimos en la Costa del Sol/Costa del Golf. Si no somos capaces de tener un torneo permanente para utilizarlo en la promoción y montar ferias, traer turoperadores y hacer mil cosas es que son ciegos. Que se dediquen a otra cosa.

 

EL HOMBRE DE MODA

Será cosa del cambio climático?, ¿a los insectos no les gusta el golf?, ¿cuándo saldremos de esta maldita crisis? Preguntas sin respuesta. Aunque a Pablo Larrazábal le gustaría saber por qué diablos se convirtió en diana de un enjambre de gigantescas avispas asiáticas durante el Open de Malasia. El jugador español se vio obligado a arrojarse a un lago en el campo de golf para evitar seguir siendo picado por los alados insectos, que le asaetearon durante un buen rato...

Otro picotazo menos molesto, todo lo contrario, es el que le dieron a Miguel Ángel Jiménez hace un par de años. Se lo asestó, en forma de flechazo, Cupido, ya saben, el diablillo del amor. El Pisha está viviendo, con medio siglo a sus espaldas, una segunda primavera vital. Si en el plano afectivo parece que le van bien las cosas, en el profesional no le podían ir mejor.

El churrianero de pro lleva una racha insuperable desde que, en abril, asombrara al personal golfístico, que suma millones de almas, la mayoría en vilo, con su vibrante actuación en el Masters. Igualó, con sus 66 golpes, la mejor vuelta en ese grande realizada por un jugador mayor de 50 años, y terminó cuarto en el famoso torneo del no menos famoso Augusta National. Tal fue el impacto que está causando al otro lado del charco Atlántico que los sobrinos del Tío Sam –los estadounidenses, vamos– le han puesto el apelativo de “El golfista más interesante del mundo”. ¡Casi ná!

Luego haría otra de las suyas, imponiéndose como quien no quiere la cosa en su primera cita con el Champions Tour, ese circuito de los campeones que congrega en Estados Unidos a los mejores cincuentones del mundo, con nombres míticos como Greg Norman o Fred Couples, por ejemplo, a los que el golfista malagueño dejó –atrás– con un palmo de narices.

Y para remate, días después de su boda con la austriaca Susanne Styblo, oficiada sobre el césped de su escuela de golf en Torremolinos, Jiménez triunfaba, una vez más, en el Circuito Europeo, esta vez en un torneo que hasta entonces se le mostraba remiso: el Open de España.

Está claro que por Miguel Ángel no pasan los años, al menos en su nivel de juego y en su actitud positiva ante la competición y la vida. Es muy raro verlo enfadado o preocupado, aunque, como todos los mortales, su vida no esté exenta de las malas experiencias inherentes a toda existencia. (¡Qué de exes!).

Los merecidos homenajes no cesan y, tras el otorgamiento de la Medalla de Oro de la Provincia por parte de la Diputación de Málaga, la Real Federación Andaluza de Golf va a proponer que una calle de la capital de la Costa del Sol lleve el nombre de este auténtico artista del golf.

Jiménez se lo merece por sus méritos deportivos y por todo lo que ha hecho y sigue haciendo para promocionar turísticamente su amada tierra, que, como él no se cansa de pregonar a los cuatro vientos, le ha dato todo. Aunque exagera un poco (algo, mucho, lo ha dado él mismo), es cierto que en Málaga y Andalucía se le admira y se le quiere de corazón.