A SUS 60 AÑOS, EL ALEMÁN SE HA CONVERTIDO EN EL MEJOR JUGADOR SENIOR DE LA HISTORIA

Es un pedigrí estelar de golfistas. Entre los principales ganadores nacidos en 1957, y que cumplieron 60 el año pasado (con diversos grados de turbación), están Nick Faldo, Mark O’Meara, Wayne Grady, Nick Price, Marta Figueras-Dotti y Nancy López. Severiano Ballesteros también habría llegado a las seis décadas el domingo del Masters de Augusta 2017, justo el mismo día en que Sergio García finalmente conseguía su primer título del Grand Slam.

Y luego está Bernhard Langer. El dos veces campeón del Masters (1985 y 1993) nació el 27 de agosto de 1957. Antes de cumplir 50 años y unirse a las categorías superiores, se había labrado una de las carreras internacionales más impresionantes de cualquier jugador de su generación. En la última década, sin embargo, no solo ha engordado su curriculum de triunfos deportivos, sino que ha superado en gran medida sus logros anteriores a 2007.

En mayo de 2017, ganó el KitchenAid Senior PGA Championship en el que era su noveno grande en el Champions Tour, el Circuito Senior de Estados Unidos, superando el récord de majors seniors que ostentaba Gary Player y Jack Nicklaus. En estos diez últimos años también se convirtió en el primer jugador en ganar el “súper slam” de los cinco majors del Champions Tour.

En julio lograba completar el último de los cinco grandes anuales al ganar, por tercera vez en su carrera, el British Senior Championship. De esta forma acallaba la voz disidente de Gary Player, quien había argumentado que sus tres títulos británicos sénior (1988, 1990 y 1997) deberían contar retroactivamente para su número total de majors (de lo contrario serían ”sólo” seis), aunque el British no se agregó oficialmente a la élite del Grand Slam hasta 2003.

Sin embargo, las proezas de Langer no terminaron ahí en 2017.

Ganó otro torneo del Champions Tour en septiembre, recién cumplidos los 60, y los primeros dos de los tres torneos finales de la serie de fin de temporada. Eso lo convirtió en un claro favorito para ganar la Charles Schwab Cup del año pasado, pero al final sus sueños se vieron frustrados por Kevin Sutherland, que la ganaba por primera vez, y su propia maldición en el torneo. Sólo necesitaba terminar lo suficientemente alto en ese torneo para sellar la Schwab Cup (equivalente a la FedExCup del PGA Tour) por cuarto año consecutivo y la quinta vez en su carrera.

Sus problemas en el torneo continuaron, sin embargo, cuando terminó empatado en el duodécimo lugar después de un inicio mediocre en las primeras dos rondas. El último de la temporada fue uno de los ocho torneos en el calendario de 26 del año pasado que Langer no había ganado durante su estelar carrera senior. Cerró con un 64 para terminar en segundo lugar en la clasificación final, el sexto año consecutivo que quedó primero o segundo en la Schwab Cup.

A pesar de su revés en la última semana, no fue un año nada malo para el alemán de 60 años: terminó la temporada con un récord en el Champions Tour de 3.677.359 dólares en ganancias; ganó el título de más dinero ganado en el Tour (Trofeo Arnold Palmer) por sexta temporada consecutiva y novena en 10 años desde que cumplió 50 (la única temporada que no jugó completa fue la de 2011, cuando se sometió a una cirugía de pulgar); sus siete victorias en 2017 fueron su mejor marca personal (incluyendo tres impresionantes en los cinco grandes antes mencionados); y sus 36 victorias en su carrera senior lo convierten en el segundo con mayor número, sólo por detrás  de Hale Irwin, que atesora 45 triunfos. Ante tamaña temporada, Langer dijo: “Tengo que pellizcarme. Estoy realmente agradecido”.

Superando los yips... y la controversia del putt escoba

Uno de los muchos admiradores (y contrincantes frustrados) entre sus pares es Fred Funk, que lo llama el robot alemán. “Me encantaría arrojar a Bernhard al océano de agua salada y ver si se oxida”, ha dicho el estadounidense.

En el Senior PGA, en mayo, Langer, tras haber ido un golpe por detrás de Viojay Singh en el tramo final del torneo,había ganado al jugador de las Islas Fiyi, que es cinco años más joven, pega drives 30 metros más largos y  todavía compite regularmente en el PGA Tour con un éxito razonable.

“Creo que lo que realmente le frustró fue mi putt”, dijo Langer. “Me limité a meter muchos putts para mantenerme y a él realmente no le salieron bien las cosas”.

Langer ha luchado con los yips (temblor de manos cuando se patea) de vez en cuando a lo largo de su carrera, y se enfrentó a un nuevo desafío en 2016 cuando las autoridades que gobiernan el golf mundial prohibieron el putter largo o escoba que había estado usando desde antes de jugar en el Circuito Senior. Langer pudo continuar usando ese tipo de putter, con su mano superior a una distancia de dos o tres centímetros de su pecho, aunque existe una controversia en curso sobre si esto está en el espíritu de las nuevas reglas, e incluso si es legal.

“Encontré una manera en que ahora me siento razonablemente cómodo la mayor parte del tiempo, no siempre”, dijo Langer. “Es alentador para mí ver que incluso bajo presión puedo hacer algunos putts”.

Después de ganar por segundo año consecutivo el Regions Tradition el año pasado (su victoria número 105 en todo el mundo, apuntó con orgullo en la rueda de prensa del torneo), Langer habló de sus ocho títulos del Grand Slam: “Sí, eso es genial. No mucha gente puede decir que coincide con Jack Nicklaus en alguna cosa. Haber ganado tantos majors en este Tour como él es sobresaliente, obviamente, y una emoción para mí. Sin embargo, todavía estoy muy atrás en su número de grandes en el PGA Tour”.

Langer también se vio envuelto en una controversia de naturaleza no golfística en enero de 2017 después de que Donald Trump dijera que era su amigo y mencionó al alemán en comentarios sobre presuntos fraudes en las votaciones. El presidente de Estados Unidos dijo que Langer, que vive en el sur de Florida, le contó sobre un incidente cuando lo rechazaron de un colegio de votación, mientras que otros que parecían venir de países extranjeros pudieron permanecer en la fila. La realidad es que Langer es ciudadano alemán e inelegible para votar en Estados Unidos. Luego señaló que la historia de la votación era sobre un amigo suyo, y otro conocido se la había transmitido al presidente. Langer confirmó que Trump le había telefoneado y se disculpó por la confusión.

Superando la adversidad con un espíritu tenaz

Al lograr la fama internacional y la fortuna en los circuitos profesionales del mundo, Bernhard Langer hizo que el golf en Alemaina saliera de su letargo. Fue un pionero en su tierra natal, donde sólo había un campo de golf público (los demás eran todos privados) y 130.000 golfistas. Ambas cifras crecieron enormemente debido al éxito de Langer.

Langer se enamoró desde muy pequeño del desafío que presentaba el golf. A los ocho años siguió los pasos de su hermano ejerciendo de caddy en el Augsburg Golf Club, antes de dejar la escuela a los 14 años para dedicarse al golf como profesión.

En 1976, Langer se unió al Circuito Europeo pero, justo cuando se convirtió en un jugador de exito, desarrolló los yips. De repente sus manos dejaron de seguir las instrucciones que el cerebro enviaba y la cabeza del putter pareció actuar por sí misma. Sin embargo, el alemán es uno de los pocos jugadores que ha descubierto una cura, en cuatro ocasiones, para vencer sus problemas. “Cuando era joven”, contaba, “nunca me lo pensaba dos veces a la hora de pegar putts cortos, pero cuando cambié a los greenes rápidos de los torneos mi confianza se hizo añicos y tuve que empezar de nuevo”.

Langer experimentó su gran avance en Estados Unidos utilizando el método de la mano cruzada. Irónicamente, superó sus dificultades para ganar el torneo de putts más exigente del mundo, registrando su primera gran victoria en el US Masters de 1985. Se recuperó de una desventaja de cuatro golpes en la segunda vuelta del domingo e hizo birdies en cuatro de los últimos siete hoyos para superar al final a Curtis Strange. Su victoria fue un testimonio de su arduo trabajo en la creación de un golpe confiable bajo presión, y su toque mágico continuó una semana más tarde cuando ganó el Sea Pines Heritage Classic en Hilton Head Island.  Fue el de 1985, como él mismo reconoció, “mi mejor año”. No en vano, ganó siete torneos en cinco continentes y se conviritó en el golfista número uno del mundo. Y además el primero históricamente, ya que cuando se inauguró el Sony World Ranking, en abril de 1986, Langer fue el primer número uno.

Ocho años después de su primer triunfo en el Masters, Langer volvió a ganar en Augusta con un eagle decisivo en el hoyo 13 y logró una victoria de cuatro golpes sobre Chip Beck. Langer ganó 42 veces en el Circuito Europeo y registró victorias en Australia, Japón y Sudáfrica. Las últimas nueve llegaron con un putter escoba. Los estadounidenses probablemente lo conocen mejor de la Ryder Cup de 1985 a 1991, cuando el torneo se transformó en uno de los eventos deportivos más emocionantes. Ayudó a Europa a ganar en suelo estadounidense por primera vez en 1987, pero en 1991 fue su putt de dos metros fallado por muy poco en el último hoyo del último partido de individuales contra Hale Irwin lo que permitió a Estados Unidos recuperar la Copa por primera vez desde 1983.

En la era de la bola de gran distancia, Langer todavía prospera. Su notable consistencia quizás se refleje mejor en sus récords del Circuito Europeo por los cortes consecutivos realizados (68) y años consecutivos con una victoria (17, compartido con Seve Ballesteros). Langer fue elegido miembro del Salón de la Fama del Golf Mundial por medio de una votación internacional en 2001, pero prefirió diferir su ingreso hasta 2002. “He intentado lograr un nivel de consistencia a lo largo de mi carrera y lograr que culmine con esta elección (el primer alemán ingresado en el Salón de la Fama del Golf Mundial) significa mucho para mí “, declaró entonces Langer. Mientras se prepara para su primera temporada completa como jugador de 60 años, queda una pregunta más sobre su legado. Más del dos por ciento de los torneos disputados en el Champions Tour han sido ganados por golfistas de 60 años o más. “Siempre hay excepciones”, dijo la víspera de su 60 cumpleaños el año pasado, “y espero ser una de esas excepciones”. Resultó que sí lo es, y pocos apostarían en contra de él en 2018… y en años venideros.

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