Seve Ballesteros

Marcó toda una época y elevó al estrellato al golf europeo –y no digamos el español– gracias a su espectacular juego, que se traducía en golpes increíbles y en resultados extraordinarios. A los 54 años, Seve ha ‘colgado los palos’ definitivamente, pero su estela, su carisma, perdurará durante mucho tiempo en el golf internacional. En una treintena de años, entre 1976 y 1995, cosechó en los cinco continentes 87 triunfos, cincuenta de ellos en el Circuito Europeo, y ganó cinco veces en el Grand Slam (Open Británico de 1979, 1984 y 1988 y Masters de 1980 y 1983).

“Ha sido la decisión más dura de mi vida”. Con estas palabras anunciaba Seve su retirada definitiva de la alta competición hace cuatro años en una conferencia de prensa en Carnoustie durante el Open Británico. Sus problemas de artritis y dolores de espalda y rodilla lo mantenían casi en el dique seco desde hacía varios años. Probablemente eran los mismos problemas –agravados por una desgracia familiar, la muerte de su novia– que le llevaron a abandonar el Circuito Senior de la PGA de Estados Unidos apenas una semana después de anunciar su debut en el mismo.

El jugador cántabro, que había pasado por aquel entonces, en 2006, una revisión hospitalaria por unos problemas de corazón, aseguró que se replanteó la decisión de dejar el golf definitivamente después de haber fallado en un intento de jugar el Circuito Senior Estadounidense. En febrero de ese año la vida le daba uno de los golpes más duros de su existencia, cuando su novia fallecía en accidente de tráfico, con lo que la situación de seguir compitiendo era muy incierta.

Y es que Seve, el 'Spanish Matador' que dicen los británicos, apenas había tomado parte en dos torneos en la temporada 2006. Debutó ese año en el Masters, con tarjetas de 86 y 80 golpes, y cerró su participación en el Regios Charity Classic de Birmingham, Alabama, a mediados de mayo con una tarjeta de 78, 81 y 73 impactos, que le dejaron en la última plaza de la clasificación.

"Durante unos meses había algo confuso dentro de mí, una lucha interna. Mi cabeza decía 'creo que debes retirarte' pero mi corazón me decía que lo mejor era seguir jugando y compitiendo", aseguró en Carnoustie. "He de decir que el golf me ha dado tanto que es realmente duro devolverle incluso el 25 por ciento de lo que yo he obtenido de él. Me ofreció el placer de competir y sentir la gloria de ganar", aseguró.

"Me dio la posibilidad de viajar por todo el mundo, conocer mucha personas y la gran sensación de encontrarme gente que me mostró comprensión y aprecio por lo que he hecho en este juego", reconoció Ballesteros. "Me siento una persona muy, muy afortunada y muy agradecida por todo lo que me ha pasado en estos treinta años (de carrera)", concluyó.

 

Sus inicios

Nacido el 9 de abril de 1957 en la pequeña villa de Pedreña, ubicada al sur de la Bahía de Santander, este cántabro universal empezó su apasionada relación con el golf gracias al entorno familiar. Su padre, Baldomero, trabajaba como jardinero en el Real Club de Golf de Pedreña, y un hermano de su madre, Ramón de la Sota, fue uno de los mejores golfistas de Europa durante la década de los 60 (ganó cuatro Campeonatos de España de profesionales, fue sexto en el Masters de Augusta de 1965 y segundo por equipos en la Copa del Mundo de 1963 y 1965). Seve, el pequeño de cuatro hermanos varones (Baldomero, Manuel y Vicente), que con el tiempo también se harían profesionales de este deporte, comenzó a dar sus primeros golpes con un hierro 3 adaptado a su talla en la playa o a escondidas de noche en el campo de golf de Pedreña cuando la luna iluminaba la escena. Incluso a veces, por jugar sin permiso, sufrió algunas sanciones que le hicieron replantearse su futuro.

A los 9 años debutó como caddy y a los 10 disputó su primer torneo de caddies, en el que pegó 51 golpes en los 9 hoyos de la competición. El año siguiente terminó segundo, con 42 impactos. Con sólo 12 años, jugando ya 18 hoyos, ganó el torneo haciendo 79. Su progresión fue imparable y con 13 años ya hacía vueltas de 65 golpes. Todo lo que veía lo aprendía. En 1971, con motivo de la inauguración de La Manga Club, pudo contemplar de cerca a grandes jugadores, siendo Gary Player el que más le impactó. Seve tenía claro su destino: el golf era su vida. El 22 de marzo de 1974, cuando le faltaban menos de tres semanas para cumplir 17 años, se hizo profesional.

El primer torneo ‘serio’ que jugó fue el Campeonato de España de profesionales en San Cugat. Se clasifició vigésimo pero se llevó un gran disgusto, a pesar de tener sólo 16 años, ya que su objetivo era la victoria. Su primer triunfo se produjo en Pedreña, en el Campeonato de España Sub-25, y la siguiente semana se clasificó segundo en el Open de Santander. Siete días más tarde vencía en el Open de Vizcaya. Todos estos torneos pertenecían al Circuito del Norte de España. A nivel internacional, su quinto puesto en el Open de Italia fue su mejor clasificación.

Aunque desde el principio su golf agresivo y efectista dio mucho que hablar y empezó a granjearse un nombre en el panorama europeo, su primera gran temporada sería la de 1976, en la que se hizo con la Orden de Mérito del Circuito Europeo, en un año en que ganó la Copa del Mundo, la Ryder Cup, el Open de Holanda y el Trofeo Lancome, remontando cuatro golpes que le llevaba de ventaja Arnold Palmer a falta de nueve hoyos. Pero el detonante definitivo de su salto a la fama mundial fue el Open B ritánico disputado ese año en Royal Birkdale, donde acabó segundo empatado con Jack Nicklaus en un torneo que ganó Johnny Miller. Seve lideró el torneo durante los tres primeros días y todo el mundo se asombró del chip que hizo rodar con gran precisión entre dos bunkers, deslizándose hasta poco más de un metro de la bandera para conseguir el birdie en el último hoyo. Su arrojo ante las situaciones más comprometidas causaba furor entre el público y admiración y temor entre sus colegas.

 

dimensión internacional

En 1977 encabezó de nuevo la Orden de Mérito, y en 1978, con sus triunfos en Estados Unidos, Kenia y Japón, se convirtió en un auténtico campeón internacional. Se hizo con la victoria en seis torneos consecutivos y además disputados en los cuatro continentes no europeos. Una hazaña inalcanzable para todos, y sobre todo porque con 20 años había ganado ya en los cinco continentes.

Uno de los momentos cumbres de todo golfista de élite es su primera victoria en un grande. Seve conquistó el primero, el Open Británico, en 1979, convirtiéndose en el ganador del torneo más joven del siglo. Como decía en una entrevista que mantuvo con esta revista con motivo de cumplir 30 años como profesional, aquel triunfo “fue un momento muy especial, porque lógicamente ganar el Open Británico, sobre todo para los europeos, es lo máximo, y luego el hecho de tener allí a mis hermanos, en el último hoyo. Cuando nos abrazamos todos fue un momento muy emotivo y todavía me emociono cuando lo veo: fue muy especial. Y luego ha habido muchas otras cosas muy positivas: todos los grandes que he ganado, las dos Copas del Mundo, las Ryder Cups... Pero el hecho de conseguir convencer al comité de la Ryder Cup para que España fuese sede de la Ryder Cup en el 97 y luego venir aquí y ser capitán y ganar con el equipo ha sido uno de los momentos más especiales y de mayor satisfacción para mí. Y luego otra satisfacción de la cual estoy muy orgulloso es haber conseguido hacer de un deporte minoritario, un deporte mal visto y rechazado por la sociedad, que hoy en día sea el tercer deporte con más practicantes en nuestro país y haber cambiado el chip de la gran mayoría de los españoles para que vean el golf de una manera positiva, como un gran deporte y como una cosa muy buena para nuestro país”.

Después de su victoria en 1979, su siguiente aparición en el Grand Slam tuvo como escenario el Masters de Augusta de 1980, donde volvió a asombrar a todos. A falta de nueve hoyos, llevaba diez golpes de ventaja al segundo clasificado. El español consiguió veintitrés birdies y un eagle, y con sólo 23 años se convirtió en el segundo extranjero y en el primer europeo que se enfundaba la chaqueta verde de los campeones de Augusta. Las campanas de la iglesia de su pueblo repicaron, pero el resto de España, donde el golf era todavía un deporte minoritario y de escaso tirón popular, mostró escaso interés.

Por entonces ya era conocido como uno de los pegadores de más distancia del golf mundial y vino a confirmar en Augusta que era el jugador más completo del momento.

Cuando empezó a jugar en el Tour, Seve no hablaba ni una palabra de inglés y se las tuvo que apañar con la ayuda de su hermano Manolo, que le acompañaba a los torneos. El lenguaje por señas fue dando paso al oral poco a poco.

En aquellos inicios de Seve en el panorama internacional, jugaban en el Tour su hermano Manuel, José María Cañizares, Manuel Piñero y Antonio Garrido.

Seve se enroló en el Tour con 17 años. Por aquel entonces no existía la Escuela de Clasificación, como ahora, y se accedía al Circuito de otra manera. “Mayoritariamente entrábamos a través de las invitaciones que tenían las federaciones de los países europeos”, contaba el cántabro a esta revista. “Había una Orden del Mérito continental, patrocinada por American Express, que yo gané en el año 75, y ésa fue la razón por la cual estuve exento para jugar el Open Británico del 76. No sé si era el primero o los cinco primeros de la orden continental, no me acuerdo muy bien, pero así funcionaba la cosa, no había Escuela, no había nada. Era una época mucho más difícil, mucho más complicada, sobre todo en cuanto a viajar y todo eso”. En aquellos tiempos había muchos menos jugadores que ahora en el Tour. “Los primeros años éramos 125 o 130, e incluso había dos cortes, uno el viernes y otro el sábado, con lo cual esto lo hacía más fácil y más difícil. Más difícil para los que estaban justos de juego y más fácil para los que estaban jugando mejor, porque te daba un poco más de margen para recuperarte si empezabas mal”, un retraso muy caro, rememoraba Seve.

La racha de sus dos triunfos consecutivos en el Grand Slam se truncó en el Open de Estados Unidos al ser descalificado por llegar tarde al tee de salida. Allí sufrió su primera gran decepción. Aunque su peor momento, el más frustrante en el plano deportivo, fue –según dijo a esta revista– en el Masters de Augusta de 1986, cuando una bola que se fue al agua en el hoyo 15 el último día le costó el título.

El espíritu combativo de Seve quizá lo heredó de su padre y lo ha plasmado en todos sus actos, incluso lejos de los recorridos. Ha luchado por dignificar el Circuito Europeo costándole muchos sinsabores, como por ejemplo que no fuera seleccionado para la Ryder Cup de 1981. A pesar de ello su aportación ha sido vital para elevar este torneo al más alto grado de expectación y convertirse en uno de los acontecimientos deportivos más seguidos por televisión.

Seve jugó la Ryder Cup de 1985, y en los siguientes torneos puso en evidencia a muchos pues demostró que su nivel estaba muy por encima del resto de jugadores del Circuito. En los seis torneos que disputó en lo que restaba de año conquistó cuatro importantes títulos (Open de España, World Match-Play, Dunlop Phoenix en Japón y Australia PGA), perdió el play-off con Miller en Sun City y se clasificó tercero en el Johnnie Walker Trophy.

Hablar de golf en el mundo era hablar de Seve, y por ello al rehusar jugar exclusivamente en el Circuito Norteamericano (el PGA Tour) se abrió una polémica con los máximos mandatarios del circuito de golf más poderoso del mundo y, como resultado de la misma, se variaron las normas.

En 1983, Seve conquistó su segunda chaqueta verde del Masters. El inicio que tuvo en la última vuelta (birdie, eagle, par, birdie) dejó el torneo casi sentenciado. Tom Kite, segundo clasificado, dijo del cántabro: "Cuando está en racha, es como si Seve condujese un Ferrrari y el resto usáramos Chevrolets”.

Demostró la perfecta simbiosis que existe entre él y este torneo. Buena prueba de ello es que incluso en algunos de los recorridos que ha diseñado se pueden apreciar detalles que recuerdan al Augusta National y que están ya asimilados a la propia filosofía de Seve.

A finales de los 80, en un libro escrito por cuatro personalidades como Arnold Palmer, M. Mc. Cormack, P. Dobereigner y P. Allis se podía leer textualmente lo siguiente: "Aún antes de ganar el Open en Royal Lytham en 1979, había una importante corriente de opinión golfística que mantenía que Severiano Ballesteros era el número uno. Hacia 1983 cesaron todas las discusiones sobre el tema: el atrevido español estaba en lo más alto del mástil, se midiese con el criterio que se midiese."

Autoridades versadas en golf han señalado que Severiano reunía la elegancia de Hogan, la habilidad y fuerza de Snead, la potencia y agresividad de Palmer, la tenacidad de Player, la técnica de Nicklaus y la frialdad de Watson.

En 1984, el British Open se jugó en St. Andrews, o sea, el torneo más importante del mundo en el escenario más legendario, en la cuna del gol. Severiano se impuso demostrando su concentración, dominio y capacidad de victoria. Es, sin duda, uno de los momentos claves de la historia del golf mundial. Su último putt supuso un definitivo birdie que dio la vuelta al mundo y que realmente marcó una época. Tanto es así, que esa imagen se convirtió en el logo de Seve y sus empresas.

Ninguna victoria en un torneo grande es sencilla. Grandiosa fue la última vuelta del Open Británico en 1988, precisamente en el mismo escenario que ya había vencido en 1979, Royal Lytham & St. Annes. Con 65 golpes, Seve se impuso claramente a sus rivales, todos grandísimos campeones. Sin duda, una de las mejores vueltas finales de un Open británico. Con ello Seve reiteraba su dominio en toda la década de los 80.

Curiosamente, la revista Golf World en los días previos a ese Open publicaba un exhaustivo reportaje de cómo Seve había jugado los últimos 6 hoyos de Royal Lytham & St. Annes en 1979, comparando la "convencional route" con "the Seve way". Son golpes que han pasado a la historia. Definían a un jugador con un estilo propio, como por ejemplo, la manera de afrontar el 16 por el camino más corto, saliendo con el driver en vez de con un conservador hierro, para tener que realizar un segundo golpe desde un aparcamiento, muy lejos de la distancia que conseguían el resto de jugadores, y alcanzar el green en tan buena posición, como para rematar con un importante putt y lograr un decisivo birdie.

Sin lugar a dudas, para Seve el British al igual que el Masters es algo especial. Lo mismo sucede con el World Match Play Championship, que ha ganado en cinco ocasiones.

Pero, si en la competición individual Seve ha marcado un estilo propio, en la Ryder Cup su presencia desde 1979 y sobre todo a partir de 1983, fue el revulsivo que cambió el discurrir de esta competición. Aquella edición fue la primera vez en muchos años que Europa plantaba cara a Estados Unidos. Todavía se recuerda el extraordinario golpe que Seve realizó con una madera 3 desde un búnker situado a casi 200 metros del green en su match contra Fuzzy Zoeller en el PGA National en Palm Beach. Sin lugar a dudas, el triunfo en 1985 fue muy emotivo, pero quizá lo más significativo fue la reválida del 87 en suelo americano. Allí se confirmó un cambio radical en el golf mundial.

Los europeos demostraron que el golf era algo más que el Circuito Americano. Prueba de ello fue que, después de este triunfo conseguido en Ohio, en los siguientes siete Masters disputados, seis chaquetas vinieron a Europa. Algo impensable anteriormente.

Estas victorias de Europa sobre Estados Unidos hicieron que las posteriores ediciones de la Ryder Cup alcanzaran dimensiones verdaderamente espectaculares. Por eso, Seve tuvo especial empeño en que esta competición se celebrara en España. Por fin su sueño se hizo realidad y la Ryder Cup de 1997 se jugó en la Costa del Sol. El propio Ballesteros fue capitán del equipo europeo que venció merecidamente al conjunto estadounidense en Valderrama. Esa Ryder muchos la recuerdan como la Ryder de Seve, la victoria de un verdadero equipo ante las grandes individualidades americanas.

Apoyándose en ese espíritu de equipo, se creó el Seve Ballesteros Trophy, que enfrenta a Europa continental contra Gran Bretaña e Irlanda. Algo parecido a los enfrentamientos que hubo en los años 70. Precisamente en uno de ellos, disputado en The Belfry, Seve en un match contra Faldo, ejecutó uno de los golpes más espectaculares que se recuerdan en The Brabazon al alcanzar desde el tee el green del hoyo 10, un par 4 flanqueado por un arroyo. Desde aquel día, el hoyo más espectacular del recorrido tiene nombre: The Ballesteros Hole.

En 1999, con motivo de la ceremonia de entrada de Severiano en el Hall of Fame, Lee Trevino puntualizó: "En cada generación destaca un golfista que es un poco mejor que el resto. Creo que Ballesteros es uno de ellos; en golf él tiene todo, y todo quiere decir toque, poder, saber, coraje y carisma". El mejor resumen de esta reseña lo expresó Ben Crenshaw cuando dijo: "Seve pega golpes que yo no puedo ni siquiera visualizar en mis sueños".

La muerte de su novia en accidente de tráfico supuso uno de los golpes más duros en la vida de Seve. En la presentación, el año pasado, de su libro “Las claves del golf para la vida” (un trabajo en el que, en palabras de su autor, “tienen cabida una serie de claves, de consejos, para toda persona que esté perdida” en el mundo del golf), reconocía que le faltaban dar algunos golpes, como “conseguir ser feliz”. Para el cántabro, “la felicidad va por momentos, quien más consigue ser feliz es el mejor golpeador”.

RECONOCIMIENTO DE SUS COLEGAS

Las reacciones al fallecimiento de Seve fueron innumerables en todo el mundo.

Jack Nicklaus: “Hemos perdido a un gran campeón y a un gran amigo, a un gran artista y a un embajador de nuestro deporte. Siempre tuve un inmenso respeto por el talento de Seve, su manera de jugar, su brillantez. Fueron su creatividad, su imaginación, su deseo de ganar que lo volvieron tan popular, no sólo en Europa, sino en toda América también. Su entusiasmo no tenía parangón. Seve era, sin lugar a dudas, un jugador extraordinario, como lo demuestran sus resultados, pero todavía más importante ha sido su influencia, sobre todo en Europa. Él fue el jugador de la Ryder Cup más apasionado que jamás hayamos visto”.

Tiger Woods: “Seve fue uno de los golfistas más emocionantes y con más talento que han jugado en la vida. Su creatividad e intensidad en un campo de golf puede que nunca sea superada. Estoy profundamente entristecido. Siempre disfrutaba de su compañía en la cena de Campeones”.

José María Olazabal: “Lo más destacado de Seve era su fuerza, su espíritu de lucha y la pasión que ponía en todo lo que hacía. Hemos perdido a un icono y, a decir verdad, en el mundo del golf, no creo que veamos a otro jugador igual en muchos años. Con su carisma, su pasión en el campo de golf… hay muchos jugadores brillantes, pero no con su carisma”.

“Hizo que confiara en mí mismo y en mis aptitudes y aprendí mucho de él. Entrenamos muchas veces juntos, me enseñó una parte importante de lo que sé alrededor de los greenes, mi juego corto… Me ha aportado muchísimas cosas, como profesional y como persona”.

“Era una persona sin dobleces y siempre hizo lo que tenía que hacer. Recordaré todos los buenos momentos que compartimos, todo lo que ha conseguido. Es un hombre que ha abierto muchas puertas al golf europeo”.

Nick Faldo: "Día triste. Ahora a Seve le llaman el Circo del Sol del golf. El mayor espectáculo del mundo. Yo era un verdadero fan”.

Phil Mickelson: “Era con quien más me apetecía siempre jugar las rondas de prácticas, y cuando jugué por primera vez en el PGA Tour en San Diego en 1988, Ernie Gonzales, otro jugador zurdo, organizó una con él. Desde ese día, no ha podido ser más agradable conmigo. Tuvimos una gran vuelta de golf. Me enseñó un par de cosas, algunos golpes, y desde entonces hemos tenido una buena relación durante los últimos 23 años. No tengo nada más que cosas buenas que decir de él. Ha tenido un impacto en el juego evidente, pero para mí lo más grande de Seve fue su aptitud y carisma. Porque la forma en que jugaba al golf te atraía hasta él. Querías ir a verle jugar. Él tenía carisma y daba ciertos golpes que te hacían querer ir a verle”.

Miguel Ángel Jiménez: “Lo más destacado de él fue su determinación, su tesón y su pasión por todo lo que hacía. Nunca daba nada por perdido, siempre buscaba un hueco por dónde salir y eso reflejaba su personalidad”.

Lee Westwood: “Es un día triste, hemos perdido una inspiración, un genio, un modelo a imitar, un héroe y un amigo. Seve hizo del golf europeo lo que es hoy”.

Sergio García: “Siempre admiré muchas cosas de Seve, sobre todo su espíritu de lucha, que volvió a demostrar peleando contra esta terrible enfermedad que se lo ha llevado. Nos ha dejado un gran campeón en el campo y fuera de él”.

Colin Montgomerie: “Para mí ha sido un honor jugar con Seve y estar a su mando como capitán en la Ryder. Ha sido una gran pérdida, hay muy pocos deportistas legendarios en el mundo y ‘Seve’ es uno de ellos. Nunca he visto tanto talento en un campo de golf y puede que no volvamos a verlo”.

Graeme McDowell: “Una de las luces más brillantes del golf europeo y una de sus estrellas más carismáticas se ha ido pero no se olvida”.

Rory McIlroy: “Es y siempre será lo que hizo genial el deporte del golf”. “Una verdadera leyenda en todos los sentidos. Una inspiración para mucha gente”.

Ian Poulter: “Recordaré sus palabras por el resto de mi vida. Me siento realmente honrado de haber podido conocer a Seve y llamarle amigo, de jugar al golf con él y ver y aprender de un verdadero Genio”, confiesa.

Manuel Piñero: “El golf no se puede entender sin Severiano Ballesteros, ni seguramente a Seve sin el golf, su vida, su pasión. Para mí han existido tres leyendas en la historia del golf: Bobby Jones, Ben Hogan y Severiano Ballesteros. Cada una en su época y con su estilo, pero las tres imprescindibles para entender la evolución y desarrollo de este deporte”.