No fueron ciertamente sus dos mejores días aquellos del año 1974 en que estaba jugando el Talahassee Open. Y es que Mike Reasor consiguió entonces el nada codiciado récord de rubricar las dos peores tarjetas de la historia del PGA Tour una vez superado el corte. El profesional estadounidense firmó 123 golpes (+51) el sábado y 114 (+42) el domingo.

Reasor, que estuvo enrolado en el PGA Tour de 1969 a 1979, no ganó nunca un torneo, pero quedó diez veces entre los diez primeros clasificados. Jugó 241 torneos y pasó el corte en 102 de ellos. Sus ganancias durante su carrera como golfista profesional fueron de 101.000 dólares.

¿Qué pudo ocurrir para que Reasor protagonizara tan inaudito record? La verdad es que no se trató de un par de malas, nefastas actuaciones derivadas de una falta de concentración o de factores mentales que afectaran de tamaña manera a sus resultados. Nada de eso.

La clave de lo que ocurrió hay que buscarla en la forma de clasificarse para los torneos del PGA Tour que regía en aquella época, en la que los emolumentos y la supervivencia de los profesionales en el Circuito dependían de cómo jugasen cada semana.

Hoy en día, los diez primeros de un torneo del PGA Tour ganan su plaza para el siguiente, siempre que no se trate de un grande o de un invitacional. Pero en los años 70 las cosas eran diferentes. Si pasabas el corte, tenías plaza  la semana siguiente. Si estabas entre los 25 primeros, podías jugar el próximo torneo y además estabas exento para disputar al año siguiente el evento en que habías terminado top 25. En aquellos tiempos, los 60 primeros de la lista de ganancias del PGA Tour estaban exentos, a diferencia de los 125 de hoy día. Así que pasar el corte era entonces mucho más importante que en la actualidad. Para jugadores como Reasor, jugar los cuatro días era fundamental para poder vivir del golf, y de hecho llegó a superar más de la mitad de los cortes cada año de su carrera en el Circuto Americano. Era fundamental hacerse un hueco en el siguiente torneo.

Pero, aparte de superar el corte, había una cláusula ineludible para poder jugar la próxima competición: era necesario completar el torneo, o sea, las cuatro rondas.

Eso implicaba que una desclasificación o una retirada por enfermedad o lesión después de haber pasado el corte era en la práctica como no haberlo superado, por lo que no se conseguía plaza para el siguiente torneo.

Tras haber firmado una segunda ronda de 71 golpes, uno bajo par, en el Tallahassee Open, a Reasor se le ocurrió ir por la mañana temprano con un amigo a montar a caballo. La montura de Reasor se asustó por algún motivo y salió espantada a galope tendido, hasta que resbaló sober un lecho de agujas de pino y el jinete salió volando por encima del caballo. El resultado fue que el golfista sufrió una luxación del hombro izquierdo, una lesión en los ligamentos de la rodilla y la fractura de dos costillas.

En el PGA Tour actual, un incidente como aquél supondría lógicamente la retirada de la competición. Pero estábamos en el año 1974 y las cosas eran muy distintas. En aquella época sólo los 60 primeros de la lista de ganancias del Circuito estaban exentos para jugar los torneos, y Reasor era uno de ellos. Para jugar el siguiente torneo sin la necesidad de disputar un clasificatorio previo, los jugadores tenían que pasar el corte y terminar el torneo.

Y eso es lo que hizo Reasor, en una actuación nunca vista hasta y desde entonces en el PGA Tour: jugar con un sólo brazo. Y es que no había ninguna regla que obligase a jugar con ambos miembros.

Usando un hierro 5 para la mayoría de los 36 últimos hoyos del torneo –palo con el que podía alcanzar 110 metros con un solo brazo–, Reasor inmovilizó su brazo izquierdo pegándolo al cuerpo y utilizó el derecho para hacer el swing. Aparte del 5, sólo se valió de dos wedges y un putter.

“Al menos hice 10 solo en un hoyo”, bromeó Reasor tras sus abultadas rondas. Tal fue el revuelo organizado por lo inusual de la situación que su partido congregó a más seguidores que el de los líderes del torneo.

A pesar su delicada situación física, Reasor no ralentizó el ritmo e juego, ya que apenas se tomaba tiempo para preparar y ejecutar sus golpes, así que sus compañeros de partido del sábado no se vieron afectados por ello y registraron buenos resultados: 70 y 67, o sea 14 golpes más entre los dos que los 123 que pegó Reasor ese día.

“Tenía personalidad, era honesto. Decidió que iba a hacerlo (jugar a pesar de las lesiones)”, dijo la mujer de Reasor, Caron. “Nadie habría hecho algo así. No le daban vergüenza aquellos resultados. Tenía que hacerlo y lo hizo, y luego vino a casa el lunes y estaba en mal estado”.

Su situación física, ciertamente, no era buena, sobre todo después de haber hecho tamaño esfuerzo para terminar el torneo, y su determinación y entrega no le sirivieron finalmente para cumplir su objetivo, ya que su frágil estado le impidió jugar el Byron Nelson Golf Classic, que comenzaba cuatro días más tarde. No tenía nada roto, pero estaba muy dolorido y lleno de hematomas.

Sus heridas se curaron con el tiempo y Reasor pudo volver a la competición y además lo hizo con buen pie, tanto que un par de meses

  después logró su mejor resultado en un grande, decimoquinto en el US Open de 1974, que fue ganado por Hale Irwin. Ese resultado le dio a Reasor el derecho a jugar su único Masters de Augusta, el de 1975, en el que no superó el corte, al igual que le ocurrió en el segundo US Open que disputó.

Las lesiones le forzaron a dejar –en 1979– el PGA Tour, y se dedicó entonces a ejercer como instructor en un club de Washington. El 19 de septiembre de 2002, Reasor firmó la última ronda de su vida: 75 golpes, 3 sobre par, en un torneo senior en Oregón. Tras el partido, había quedado en verse con un matrimonio para almorzar en la casa club, pero no apareció. Murió de un ataque al corazón, dejando devastados a su mujer, con la que llevaba casado 35 años, y a sus dos hijos, ambos adoptados. Tenía 60 años y habían transcurrido 28 desde sus dos estratosféricas rondas en el Tallahassee Open de 1974, que terminó con 381 golpes, 93 sobre par, a 85 golpes del penúltimo clasificado y a 107 del ganador. 

CADDIE DE ARNOLD PALMER

Un dato curioso en la vida de Reasor es que fue caddie de Arnold Palmer durante el US Open de 1966, en el que el legendario jugador desperdició los siete golpes de ventaja que llevaba a falta de nueve hoyos y finalmente perdió en playoff frente a Billy Casper.