Le hubiese gustado estudiar Fisioterapia  y Nutrición, pero la exigencia de asistir a muchas clases prácticas le habría impedido dedicar el tiempo necesario a su gran pasión: el golf.

La marbellí Noemí Jiménez Martín acaba de concluir en la Universidad del Estado de Arizona su tercer curso de Turismo y Negocios, los estudios por los que finalmente optó. Ahora descansa –es un decir, porque entrena más que nunca– en Marbella y analiza su calendario de competiciones de verano, tras el cual regresará  al país del Tío Sam para afrontar su último curso universitario.

Nos vemos en el Real Club de Golf Guadalmina, donde el domingo anterior, después de haber liderado el torneo hasta el último día, había perdido el Campeonato de España Femenino frente a Camila Hedberg en un final de infarto. No en vano, la barcelonesa llegó a igualar el eagle que Noemí acababa de embocar en el 17 y terminó imponiéndose por dos golpes.

“De las victorias se aprende, pero de las derrotas, mucho más”, sentencia nuestra interlocutora. Su espíritu de superación, su optimismo ante la adversidad, es una baza sicológica que seguramente le ayuda a afrontar con tanto éxito un deporte tan exigente como el golf.

Noemí no es una golfista cualquiera, no. Es una de las grandes promesas del golf español. Exhibe un curriculum impresionante, con nueve top-10 y dos victorias el año pasado en la liga universitaria americana y seis top-ten en la de este año, incluida una grandísima victoria individual en los Wst Regionals. Para ver su calidad, nada mejor que asomarse al ranking mundial femenino amateur, donde ocupa la decimotercera plaza.

Su historia de amor con el golf empezó “en serio” a los 6 años de la mano de su padre, Antonio. Y recalca lo de serio porque desde que tenía un añito ya intentaba imitar a su padre, gran aficionado al golf, utilizando palos de fregona y bolas de adorno navideño para hacer sus primeros swings.

Vista la afición de la mocosa, su progenitor la empezó a llevar, a los 6 años, a una escuela de golf, El Ángel se llamaba entonces. Empezó a darle clases un conocido pro de Marbella, Manuel Cabanillas, pero al poco tiempo ya fue su padre, por aquel entonces monitor de golf, el encargado de ir cincelando el talento de su hija.

Recuerda Noemí su primera victoria. “Fue en el Pequecircuito en el Coto de la Serena (Estepona). Estaba supercontenta y para mí fue algo superemocionante”.

La niña aprendía rápido y destacaba aún más rápidamente. Tanto que a los 8 años disputaba ya su primer Campeonato de España. En su siguiente comparecencia de ese torneo quedó subcampeona y  después vinieron muchas competiciones y triunfos en el ámbito regional y nacional.

Su carrera internacional empezó en su adolescencia. Tenía 14 años cuando comenzaron a convocarla para matchs de España contra Portugal y Francia. A partir de los 15 años formó parte regularmente de los equipos nacionales que competían en los principales torneos europeos.

Y luego llegó el gran salto hasta la otra orilla del Atlántico.

–¿Qué ha supuesto para ti irte a Estados Unidos?

–Ha sido un sueño que siempre quise cumplir. Mi modelo a seguir era Azahara (Muñoz, también formada en el RCG Guadalmina), que se fue a la universidad en la que yo estoy estudiando. Para mí era un sueño ir allí, hacer mi carrera, llevar mis estudios, y todo eso sin que a mis padres tuviera que pagar la universidad. También para independizarme un poco, para conocer mundo y porque allí sobre todo se abren mucho las puertas.

–¿Qué has aprendido de golf en tu universidad?

–Allí hay un equipo de golf de chicas y chicos y cada uno tiene un entrenador y un asistente. Se dedican básicamente más que a nivel técnico, que casi no lo miran, es al tipo manager, a llevarnos a los sitios, a las estrategias, a enseñarnos a cómo jugar un torneo en plan casi profesional, cómo tirar en algunos hoyos... En plan técnico no hay prácticamente nada porque se supone que llegamos allí con una formación buena. No te dicen nada, a no ser que alguien le pida expresamente al entrenador que le mire el swing porque no se siente segura.

–Te queda sólo un curso para acabar tus estudios y se te planteará entonces tu futuro profesional. ¿Tienes claro qué vas a hacer?

–Lo he estado pensando. Por un lado, quiero obviamente graduarme, pero mi objetivo, mi plan A, aunque me da un poco de miedo porque no sé qué pasará, es quedarme en Estados Unidos e intentar jugar el Tour Americano. Volvería (a España) en verano para jugar torneos amateurs y luego en agosto iría a Estados Unidos a intentar la Q-School (la escuela de clasificación para el LPGA Tour, el Circuito Femenino Americano). Si la paso, me quedaría allí a vivir, probablemente en Florida porque está relativamente más cerca de casa, tengo a mi entrenador aquí en España. Si no,  el plan B es que me tendría que volver a Europa e intentar el Tour Europeo porque lo que quiero hacer primordialmente es el golf. Si pasara algo inesperado, como una una lesión, que Dios no lo quiera,  me dedicaría  o bien a estudiar otra carrera, algo que me gustara de verdad (Fisioterapia y Nutrición), pero eso sería ya el plan C.

–Otras españolas que se han quedado en Estados Unidos para hacer carrera como profesionales están teniendo distintas suertes. Ahí están los casos por ejemplo los casos de dos chicas que fueron excepcionales amateurs: Azahara Muñoz,  que está triunfando, y Carlota Ciganda, que no acaba de despegar...

–Siempre es difícil el paso de amateur a profesional y pueden ocurrir muchas cosas. En el caso de Carlota puede ser un problema de adaptacíón, su familia está en España, está lejos de casa, allí es un tipo de vida muy distinto, ella estudió  también en América pero se quiso pasar a pro y no terminó la carrera, oí que quería tener al entrenador siempre cerca porque es una persona que se apoya mucho en el entrenador, y en parte lo entiendo porque tanto tiemp al final sin entrenador el swing se te va un poco y tienes que tener siempre ahí a alguien que te esté vigilando... Pero, bueno, es su primer año en el LPGA, y el primer año siempre es de adaptación, y luego ya es cuando empiezas a cosechar triunfos.

–A ti tampoco te fue muy bien tu primer año en Estados Unidos, pero el segundo tuviste 11 top-10, y éste también has cosechado grandes resultados...

–El primer año lo tomé como experiencia, como enseñanza, y el segundo y el tercero ya se ha notado que estaba más asentada y más cómoda.

–La fama de extrema dedicación al golf que tienen las golfistas surcoreanas que juegan en Estados Unidos, ¿se corresponde con la realidad?

–Sí, entrenan muchísimo y tienen un nivel de disciplina superalto. Y, claro, el golf es a base de entrenar, entrenar con calidad, obviamente, porque si entrenas muchas horas sin ningún tipo de objetivo, eso no sirve para nada.

–¿Qué recuerdos tienes de este club, de Guadalmina?

–Muy bonitos. Para mí, siempre ha sido mi club, estoy superencantada con toda la gente de aquí, en el Campeonato de España vinieron muchos a apoyarme y fue algo superespecial y superbonito.  Tengo un gran cariño a este club, porque desde pequeñita, si mis padres no podían, me pagaban todos los los viajes... les estoy superagradecida.

Terminanos la entrevista y, tras la sesión fotográfica, Noemí se encamina hacia el tee para emprender una nueva, dura y a la vez placentera sesión de entrenamiento. Le quedan muchos hoyos por jugar...  y una ilusionante y ojalá feliz vida por delante.