Si hay alguien a quien el golf andaluz debe de estar especialmente agradecido por la impagable labor de promoción internacional que ha hecho de él, ése es sin duda Jaime Ortiz-Patiño. El demiurgo de Valderrama fue artífice de que la primera Ryder Cup de la historia disputada en suelo continental europeo tuviese como escenario Andalucía.

Fue quien atrajo también por primera y hasta ahora única vez a nuestro país los Campeonatos del Mundo American Express, el que contribuyó a la creación y grandeza de un espectacular torneo como el Volvo Masters... Don Jaime es una figura inigualable que ha ayudado como nadie a encumbrar el golf de Andalucía.

Ahora, a sus 82 años (París, 20 de junio de 1930), no tiene la vitalidad de antaño, ésa que le hacía levantarse antes del alba para inspeccionar el correcto estado de los greenes y el resto del campo durante los Volvo Masters, pero mantiene la cabeza muy lúcida y la ilusión intacta en un proyecto de golf que se empezó a gestar hace ya unos cuantos años: el campo de Castellar, a escasa distancia del de Valderrama.

Hijo de bolivianos, bisnieto de españoles y nieto de Simón Patiño, que fuera conocido  como el rey del estaño en Bolivia y embajador de aquel país en la capital de Francia, el presidente honorario de Valderrama pasa en la actualidad la mayor parte de su vida en Ginebra y realiza escapadas esporádicas a su casa de Sotogrande.

En esta entrevista, realizada en unas de sus propiedades, en el complejo Los Patios de Valderrama, rememora las grandes vivencias que le ha deparado su famoso campo de golf.

–A mediados de 1987 pasamos a verle para contarle nuestro proyecto de hacer una revista de golf y llevarla a Estados Unidos a la Ryder Cup de ese año. Usted nos dijo inmediatamente que nos iba a ayudar, y desde entonces no dejó de hacerlo mientras fue presidente de Valderrama. Había comprado Las Aves no mucho antes. ¿Qué recuerdos guarda de aquella época?

–En 1982 decidí retirarme y vendí mis intereses en las empresas mineras familiares, de las cuales yo era presidente. Siempre he amado la naturaleza y los espacios abiertos y siempre he pensado que el golf no solo es un deporte, sino una actividad que contribuye a mantener las zonas urbanas verdes y que tiene una influencia positiva sobre la sociedad.

En aquel momento, al disponer de tiempo mi dedicación a este deporte creció tanto que sentí que podía ayudar de una forma ecológica y justo entonces surgió la posibilidad de comprar el segundo campo que había en Sotogrande, llamado Sotogrande Nuevo o Las Aves.

–Usted siempre quiso hacer de Valderrama un gran campo de golf, convertirlo en el número uno de Europa. ¿Qué vio que había que hacer para llegar a ese ambicioso objetivo?

–Pensé que si era capaz de convertir Valderrama en uno de los mejores campos de golf de Andalucía, de España e incluso de Europa continental, entonces estaba dispuesto a comprarlo, siempre y cuando encontrara amigos dispuestos a asociarse conmigo en al menos el 50 por ciento.

Consulté a un amigo, el gran arquitecto de golf Robert Trent Jones, quien a lo largo de su vida había construido más de 400 campos, de los cuales el primero en Europa fue Sotogrande, el segundo Las Brisas y el tercero Valderrama.

Estos tres campos fueron diseñados exclusivamente por él, sin influencia de alguno de sus técnicos, ya que en España, en aquel momento, aun no tenía oficina.

–En su trabajo de transformación del campo siempre contó con la ayuda directa de Robert Trent Jones. ¿Se hicieron ustedes muy amigos?, ¿se entendieron mutuamente sobre lo que había que hacer en Valderrama?

–Le comenté que estaba pensando en comprar Valderrama y si sería posible hacer del campo un campo espectacular. Me dijo que era el mejor recorrido de todos los campos que había diseñado desde el final de la Guerra (la Segunda Mundial), pero que Financiera Sotogrande le había dado un presupuesto muy limitado para construir el campo y no suficiente terreno.

Le dije que le daría un presupuesto ilimitado y que compraría tanto terreno como le hiciera falta para construir el campo según su idea.

Acordamos que él y solo el vendría cada dos meses a Valderrama, durante dos semanas y que solo trabajaríamos él y yo. Trent Jones ya rondaba los 80 y sus asistentes jóvenes siempre querían influenciarlo. Yo era de la opinión de que no necesitaba ninguna influencia ni asistencia: él sabía mejor que nadie lo que había que hacer. ¡Siempre nos llevamos muy bien!

–Casi desde el principio, usted pensó en traer un gran torneo a Valderrama. ¿Fue la Ryder Cup lo primero que se le ocurrió? ¿Cuándo y cómo empezó a pelear por ella?

–Los trabajos de remodelación nos llevaron tres años y el campo estaba quedando tan bien que los dos estuvimos de acuerdo en que, una vez terminado, Valderrama debería acoger algún torneo importante.

Por suerte, mi amigo y quien luego fuera director general de Valderrama, Derek Brown, conocía muy bien a Mel Pyatt.

Para mi sorpresa, Mel Pyatt vino a visitarme. Justo había sido nombrado director de Volvo Event Management, empresa creada para  organizar y promocionar torneos de golf, junto con su socio Ford. Mel me preguntó si yo estaba dispuesto a acoger las primeras cinco ediciones del Volvo Masters, torneo que iba a celebrarse por primera vez en 1988.

Yo no estaba preparado para esta oferta, el campo no estaba terminado, pero yo no podía negarme. El Volvo Masters iba a ser el torneo final del Tour Europeo, tercer evento en importancia, después del Open y del PGA Championship.

Les convencí de que el campo estará terminado a tiempo y la junta directiva de Volvo confirmó que vendrían a Valderrama.

–De todas formas, el primer gran torneo que se hizo en Valderrama fue el Volvo Masters, del que se disputaron aquí casi todas sus ediciones. ¿Cuáles son los recuerdos más intensos que tiene de ese torneo?

–En 1989, España pidió ser sede de la Ryder Cup de 1993. Para disgusto de todos los golfistas españoles, la solicitud de España fue descartada.

Tengo que decir, que la Federación Española de Golf, que quería que la Ryder Cup se celebrara en Madrid, me dejó saber que prefería que yo no pujara por ser sede de este evento de 1993. Les dije que de cualquier manera no tenía intención de hacer una oferta. Aunque yo estaba interesado en la edición de 1993, el campo aún no estaba consolidado, la autovía no estaba terminada y la infraestructura en general no era buena, no había alojamiento suficiente, no había acuerdo con el puerto de Algeciras para atracar barcos de pasajeros durante más de 24 horas, en definitiva, no estábamos preparados para acoger una Ryder Cup en 1993.

–En el 1997 por fin consiguió la Ryder Cup. Esto fue un hito porque era la primera vez que el torneo se disputaba en suelo continental europeo, fuera de las Islas Británicas. ¿Qué sentimientos le embargaron en el momento en que recibió la confirmación de que Valderrama sería la sede?, ¿qué sintió en la jornada inaugural?, ¿le hicieron algún comentario los Reyes de España?

–En 1991 la Ryder se celebró en Kiawah Island, un campo de Pete Dye recién acabado, con una casa club a medio terminar, un único hotel con 250 plazas, aparcamientos en medio de la nada a veinte minutos del campo y la ciudad más cercana, Charleston, a una hora y media de distancia.

Aun así, a pesar de todas estas dificultades, la PGA Americana decidió celebrar allí la Ryder Cup.

Recuerdo muy bien, al final del torneo, cuando Europa había perdido por medio punto, en la zona de hospitalidad de Johnny Walker le dije a mi amigo y socio de Valderrama Lord MacLaurin of Knebworth: “Si se puede celebrar una Ryder Cup aquí, nosotros también podemos hacerlo en Valderrama y mejor que aquí.”

Él me dijo que me apoyaría y así lo hizo siempre, y decidí trabajar para conseguir mi objetivo: la Ryder cup de 1997.

Pedí a James Stewart que hiciera un estudio completo sobre todo lo que Kiawah Island ofreció a la PGA para convencerles de que fueran elegidos sede del torneo en 1991.

Un informe así era indispensable para poder convencer a todos los implicados en esta aventura, de que podíamos hacer un buen trabajo e incluso mejor.

Recuerdo que el Domingo Santo de 1992 envié una nota a la RFEG avisándoles de que al día siguiente iba a enviar al Comité de la Ryder Cup en Londres mi oferta oficial para ser sede del torneo en 1997.

Yo sabía que este Comité había prometido a la RFEG, tras el incidente de 1993, que la Ryder Cup de 1997 se celebraría en España. Veinticuatro meses después de que yo hiciera mi oferta oficial, en mayo de 1993, se anunció finalmente que la edición de 1997 se celebraría definitivamente en España. Acto seguido, cinco o seis campos españoles enviaron sus ofertas.

–Es una Ryder Cup que aún sigue en la memoria de muchos aficionados al golf de todo el mundo. ¿Por qué cree que fue tan especial?

–Finalmente, durante la celebración del PGA Championship de 1994 se anunció que la Ryder Cup se celebraría en Valderrama en septiembre de 1997. Yo estaba en Costa Rica en ese momento con unos amigos y aunque la noticia nos llegó a las 5 de la madrugada lo estuvimos celebrando a lo grande.

Con toda la modestia, ninguna Ryder Cup había contado nunca con la presencia de algún miembro de la Familia Real británica y nosotros, aquí en España, pudimos contar con Sus Majestades los Reyes y su hija la Infanta Elena, el Príncipe Andrés de Inglaterra, el Príncipe Bernardo de Holanda, el presidente George Bush, así como muchos otros representantes del Gobierno de España y muchas otras personalidades.

Fue también la primera vez que la Ryder Cup se jugó fuera de las Islas Británicas, en Europa continental. Aun hoy, 15 años después, la Ryder Cup no ha vuelto a Europa continental y solo se prevé que lo haga en 2018, es decir, 21 años después de que se jugara en Valderrama.

Además, fue muy especial porque tuvimos el honor de contar con Seve Ballesteros como capitán del equipo europeo.

–Tras la Ryder Cup, Valderrama fue escenario de dos ediciones de los Campeonatos del Mundo American Express. Fueron otro gran momento para este campo. ¿Qué destacaría de aquellos eventos?

–Tras la Ryder Cup, Tim Finchem (el máximo mandatario del Circuito Americano, el PGA Tour) nos invitó, en nombre de los diferentes circuitos mundiales, a celebrar las ediciones de 1999 y 2000 del Campeonato del Mundo  American Express.

Obviamente acepté sin dudarlo. Habiendo acogido nueve Volvo Masters, una Ryder Cup y dos Campeonatos del Mundo, Valderrama se convertiría en un icono a nivel mundial.

Volvo, que celebró en Montecastillo las ediciones del Masters que nosotros no pudimos acoger, estaba deseando volver a Valderrama y les dimos de nuevo la bienvenida en 2002 y se quedaron hasta 2008.

Es interesante señalar que tras las primeras cinco ediciones del Volvo Masters nunca existió un contrato firmado entre Volvo Event Management y Valderrama. Un apretón de manos ente Mel Pyatt y yo fue todo lo que necesitamos para organizar durante quince años el evento que cerraba la temporada del Circuito Europeo.

–Usted se aficionó con gran pasión al golf, pero antes habría practicado otros deportes como el tenis. ¿Por qué el golf le cautivó tanto como para haber dedicado intensamente los últimos 30 años de su vida?

–El deporte que practiqué antes del golf fue el tenis. Se me daba mucho mejor que el golf y lo jugué a nivel de competición hasta que sufrí una lesión en el hombro a los 27 años, por lo que no pude continuar compitiendo.

–¿Ha cambiado mucho el golf en estas últimas tres décadas?

–Obviamente, el deporte del golf, como todos los deportes, ha cambiado en los últimos veinte años, pero es muy interesante señalar que Valderrama, con su extensión de solo 7.000 yardas, sigue siendo considerado por los profesionales uno de los campos más complicados del Circuito, y eso sin haberle hecho modificaciones significativas a su recorrido.

–Los últimos 25 años Andalucía Golf ha estado muy vinculado a sus actividades y trabajando para todos los grandes torneos que se han disputado en Valderrama. ¿Nos podría decir qué ha significado esta revista para usted?

–Andalucía Golf ha sido obviamente un fiel compañero en todos estos años no solo para Valderrama sino para todos los que estamos vinculados al mundo del golf. Habéis informado siempre de una forma muy objetiva y en gran medida es gracias a vosotros que el éxito de los torneos celebrados en Andalucía y la excelente calidad del golf que existe en esta comunidad se haya dado a conocer entre los aficionados al golf de medio mundo.

Cuando llegué aquí en 1970 solo había cuatro campos de golf y hoy, cuarenta años más tarde, hay cincuenta.

Personalmente, y creo que puedo hacerlo también en nombre de los golfistas andaluces, os felicito y os doy las gracias por todo el trabajo que habéis hecho a lo largo de los años y espero que, a pesar de los difíciles momentos que estamos pasando todos, continuéis realizando vuestra maravillosa labor.

 

ADMIRACIÓN Y AGRADECIMIENTO

“Para terminar”, dice don Jaime, “me gustará dejar constancia de mi admiración y mi agradecimiento a Ángel de la Riva, Presidente de la Real Federación Andaluza de Golf, que ha sido nuestro Presidente durante los últimos 16 años”.

“No conozco”, prosigue, “a ninguna otra persona que haya hecho más para promocionar el deporte del golf en Andalucía. Ha dedicado todo su tiempo a promocionar el golf en las 8 provincias andaluzas. En gran parte, gracias a esa dedicación suya, hoy en día existe la gran cantidad de campos de golf que hay en la Costa del Sol y los más de 100 que hay en Andalucía. Cuando yo llegue a la Costa del Sol en el año 1967, solo había 4 campos”.

“Obviamente”, continúa, “la expansión del golf no se hubiera podido llevar a cabo sin la ayuda de la Junta de Andalucía. Sin embargo, Ángel de la Riva tuvo que convencer en primer lugar a la Junta de que el golf no era un deporte elitista sino una oferta indispensable para atraer al turista de golf, que gastaba cuatro veces más que el turista de playa”.

“La Federación celebra elecciones cada cuatro años y espero sinceramente”, dice, “que Ángel de la Riva continúe siendo nuestro presidente no sólo durante los cuatro años del próximo mandato sino por muchos años más”.

“Aprovecho esta oportunidad para agradecer a Ángel y a su equipo todo lo que han hecho para promocionar el golf durante los últimos 25 años”, concluye don Jaime.