Ha diseñado campos de la categoría de Finca Cortesín, Santana, La Reserva de Sotogrande, La Cala, Valle Romano... Este norteamericano es uno de los más prestigiosos diseñadores de golf de Europa y vive desde hace muchos años en la Costa del Sol, adonde lo envió su maestro y mentor, el legendario Robert Trent Jones, “yo creo que porque no le gustaba mi bigote...”.

–Cuando Robert Trent Jones había hecho ya Las Brisas y Sotogrande y estaba a punto de empezar Mijas Golf, decidió abrir una oficina en la Costa del Sol y le envió aquí. Han pasado 42 años y aquí sigue usted. ¿Qué tiene esta tierra para subyugarle tanto?

–Más que nada, la gente. Yo no hablaba una palabra de español al llegar, pero a cualquier lugar que iba la gente siempre era educada y amable y hacía un esfuerzo por entender lo que estaba diciendo. Desde entonces he aprendido algo de español, aunque la gente sigue siendo cortés con mis imperfecciones en español. Muchas veces he dicho a la gente que cuando llegué no me gustaba el pescado ni las aceitunas, y el mar no me atraía mucho. 42 años después me gustan las aceitunas y, sí, mi pequeña casa tiene una hermosa vista sobre el Mediterráneo.

_¿Echa de menos aquellos tiempos en los que se hacían grandes campos como los citados o Valderrama o Los Naranjos, también obra del señor Jones?

–En cierto modo sí y en cierto modo no. Era tan fácil obtener las aprobaciones para campos de golf en los años 70 que se requería muy poco para empezar. Las fincas estaban en general mejor adaptadas para el golf mientras que hoy estamos tratando de construir campos en  sitios cada vez más difíciles. Cierto control sobre el campo de golf y las viviendas es necesario en última instancia, pero creo que algunos aspectos del nuevo decreto del golf en Andalucía son demasiado rígidos, aunque la intención general sea buena.

–La crisis ha afectado muchísimo a la construcción inmobiliaria en España. Aunque es usted uno de los diseñadores más prestigiosos en Europa, ¿le está afectando la crisis en el plano profesional o no le falta el trabajo?

–Sí, por supuesto, me ha afectado a mí y a prácticamente todos los arquitectos que conozco. Estoy terminando, aunque lentamente, dos camposs en Marruecos y tengo dos proyectos en Chipre a la espera de las aprobaciones definitivas. Tengo serias dudas de que alguna vez tendré la oportunidad de hacer otro campo aquí en Andalucía. Aparte de la crisis de la construcción en sí, soy un firme creyente de que los países no se recuperan de la recesión aumentando los impuestos.

–¿Qué es lo primero que tiene que tener en cuenta un diseñador de campos de golf a la hora de afrontar un nuevo proyecto?

– El primer contacto con un nuevo proyecto es invariablemente con el promotor. Las primeras impresiones son importantes para mí en este sentido y si no hay una cierta química entre ambos puede haber dificultades para continuar. Técnicamente, es el terreno el que manda: su tamaño, su relieve topográfico, su configuración general. He tenido la suerte en el pasado de poder rechazar proyectos en los que yo creía que no se podía hacer un campo satisfactorio, independientemente del dinero involucrado.

–¿Tiene usted un estilo de diseño definido, una característica que se aprecie en todas sus creaciones?

–Supongo que podría ser la forma o el contorno de mis bunkers. Es un estilo que copié de los bunkers hechos por el señor Jones a principios de su carrera en Estados Unidos, así que realmente no puedo reclamar el estilo como propio. En los últimos 5 o 10 años he visto que bastantes arquitectos americanos diseñan bunkers con contornos similares. Yo preferiría que los clientes se fijaran en mis campos por su trazado y adaptación al terreno. Esto no es tan fácilmente apreciable como la forma de los bunkers, aunque es mucho más importante.

–Aparte de los que ha diseñado usted, ¿hay algún campo en Andalucía que le guste especialmente?

–El de Perry Dye en San Roque Club presenta muchas de las características únicas de los diseños de la familia Dye. Técnicamente creo que es un campo muy bueno aunque un poco demasiado difícil para la mayoría de los jugadores medios. Me dio pena ver que el campo de Olazábal se paralizaba debido a la crisis económica. Estaba al lado de La Reserva, así que estaba familiarizado con el terreno. Yo tenía las expectativas de que sería uno de los mejores de la costa.

–Con las nuevas tecnologías de palos y bolas, ¿han cambiado mucho los diseños de campos de golf en las más de cuatro décadas que lleva usted trabajando?

–La nueva tecnología ha mejorado el juego para el jugador medio. El problema es que se ha mejorado exponencialmente el juego para los profesionales. 6.800 metros no es hoy un campo largo para los profesionales. Hoy en día estos campos precisan gran cantidad de terreno para el uso de muy pocos jugadores. Uno de los aspectos positivos del decreto del golf en Andalucía es que se limita la cantidad de agua de riego que se puede utilizar en los nuevos campos, y también es bastante generosa la obligación de un mínimo de 70 hectáreas de suelo necesario para hacer nuevos campos de golf turísticos. La ubicación de los bunkers en la calle es probablemente el cambio más evidente en el diseño de hoyos largos. Empecé con el señor Jones a ubicar bunkers de calle a una distancia de entre 220 y 240 metros. Los profesionales de hoy en día no están particularmente preocupados porque haya bunkers a 280 metros.

–¿Ha tenido que luchar mucho contra los promotores de campos de golf para intentar imponer su criterio en lo que a diseño se refiere?

–Afortunadamente, la mayoría de los promotores con los que he trabajado me han conocido por la reputación de los campos que he hecho y me han dado una libertad razonable para hacer lo que me pareciera mejor. Por otro lado, muchos promotores de aquí en Europa, a diferencia de los Estados Unidos, no juegan al golf y a veces ha sido difícil explicarles ciertas cosas. La discusión principal es por lo general sobre la cantidad de terreno a ser ocupado por el campo de golf. Estas discusiones suelen resolverse al principio, tal vez sin satisfacción completa de nadie, pero a partir de ahí en general no se inmiscuyen demasiado.

–¿Qué les diría a los golfistas de otros países para que vengan a conocer los campos de golf de la Costa del Sol?

–La más importante es el hecho de que algunos de los mejores campos de golf de Europa se encuentran aquí. Personalmente creo que los mejores campos costasoleños son en general mejores que los mejores campos de golf del Algarve. Obviamente, un clima que permite jugar todo el año es un factor importante. Siempre que la calidad de los campos se mantenga y el servicio siga mejorando, no veo ninguna razón porque la Costa del Sol no deba seguir siendo el principal destino de golf de Europa.