En la vida de Dustin Johnson, ahora apacible, también hubo turbulentos episodios en los que no faltaron el robo de una pistola, consumo de drogas y exceso de alcohol. A sus 32 años, este chicarrón de Columbia, Carolina del Sur, puede presumir de su envidiable posición al frente del ranking mundial y del Circuito Americano.
Lleva ganados este año casi cuatro millones de dólares (un millón menos de lo que vale su casa con embarcadero propio en Palm Beach. Florida), la temporada pasada se embolsó más de nueve sólo en premios y está esperando su segundo hijo con su pareja, la modelo Paulina Gretzky, hija del considerado mejor jugador de hockey sobre hielo de todos los tiempos. Se podría decir que Dustin Johnson es un hombre plenamente feliz. Con sus dos victorias esta temporada (al menos hasta principios de marzo, cuando ganó en México el torneo de la serie Campeonatos del Mundo), sus dos terceros puestos y un sexto, su elevación a la cumbre del ranking mundial y del PGA Tour, parece que esta temporada va a tener un protagonista indiscutible. De hecho, con sus 11,72 puntos aventaja en 1,4 a Jason Day en lo más alto del podio mundial.
Johnson es, junto con Arnold Palmer, Jack Nicklaus y Tiger Woods entre otros, uno de los jugadores que ha ganado al menos una vez en el PGA Tour en cada una de sus diez primeras temporadas.
Pero la vida no siempre le ha sonreído tanto a DJ, como también es conocido por las iniciales de su nombre y apellido. Su vida no ha sido precisamente plácida y ha protagonizado algunos episodios que, si pudiera, habría borrado de su pasado.
El primero y más escabroso ocurrió cuando era todavía un adolescente y estuvo a punto de costarle la cárcel. Con un grupo de amigos entraron a una casa y robaron entre otras cosas una pistola. Esa arma fue utilizada días después en un asesinato, y el gran problema era que la pistola y las balas que cargaba tenían las huellas de Johnson. La cuestión es que Dustin había comprado la munición al parecer obligado por el hermano mayor de un amigo suyo y sin saber que posteriormente esa pistola sería usada por esa persona para cometer un asesinato. El que luego se convertiría en famoso golfista resultó indultado por el robo en la vivienda y el homicida fue condenado a cadena perpetua. “Nunca tuve realmente una relación con aquellas personas”, dijo Johnson en una entrevista a Golf.com en 2011. “Estaba en el lugar equivocado y en el momento equivocado. Me miré después al espejo y me di cuenta que que esa persona no era realmente yo ni era quien yo quería ser. Yo quería ir a la universidad y quería jugar al golf. Fue una decisión fácil volver a estar en el camino correcto. No quería tirar por la borda todas las cosas buenas”.
Y emprendió el buen camino… hasta que de nuevo salió su lado oscuro. Aunque los dirigentes del PGA Tour trataron de ocultarlo con un lenguaje políticamente correcto, o sea, hipócrita, diciendo que su apartamiento de la competición durante seis meses en 2014 era “una excedencia para resolver problemas personales”, lo cierto es que lo que ocurrió es que Johnson había dado por tercera ver positivo en un control antidopaje, y nada menos que por cocaína (los anteriores, en 2009 y 2012, habían sido uno por esa misma droga y otro por marihuana).
Johnson no llegó a reconocer nunca el motivo de su sanción, negó ser consumidor de cocaína y dijo que su retiro de la competición había estado relacionado con el abuso del alcohol para lidiar con el estrés: «Mi forma de sacármelo de encima era bebiendo o saliendo de juerga», alegó, y reconoció haberse puesto en manos de expertos para aprender a manejar la presión y las situaciones de riesgo.
Por si le faltara al jugador alguna salsa en su complicado plato existencial, un periodista de la cadena Fox escribió que no era ningún gran secreto que Johnson había tenía aventuras sexuales con las esposas de dos jugadores del PGA Tour, uno de los cuales se divorció a raíz de que trascendiera el espinoso asunto.
Visto el inquietante panorama, cuando empezó a salir con su actual pareja, el padre de ella, Wayne Gretzky, le advirtió de que se tendría que comportar de otra manera si quería continuar con esa relación. Y de momento parece que Johnson está cumpliendo.
Tumultuosa vida personal al margen, el actual mejor golfista del mundo según el ranking está viviendo una etapa deportiva de ensueño. Tras su debut en el Olimpo de los ganadores de un grande el año pasado (el US Open de Oakmont), el cañonero Johnson (por su potente pegada, con una media de drive de 316,2 yardas y con el más largo de la temporada: ¡428 yardas! en el Torneo de Campeones SBS), protagoniza una temporada magnífica.
De los siete torneos que había disputado hasta marzo, había ganado tres, quedado tercero en otros dos, y sexto en otro. En la temporada pasada se anotó en el PGA Tour tres victorias y otros doce top-10, incluidas una segunda y dos terceras plazas. Totalizó unas ganancias de 9,3 millones de dólares, y participó también en el equipo de Ryder Cup que derrotó a la selección europea.
Sus rivales más serios esta temporada están siendo Justin Thomas e Hideki Matsuyama, que a principios de marzo le precedían en el ranking de la FedExCup del PGA Tour, antes de que Johnson ganara el Match Play de los Campeonatos Mundiales, y son séptimo y cuarto respectivamente en el ranking mundial. Thoma atesora esta temporada tres victorias y otros dos top-10, mientras que Matsuyama lleva dos triunfos y dos segundas plazas.
Parece que su responsabilidad como padre (su primer hijo nació en enero de 2015 y ahora su pareja está embarazada del segundo) ha encarrilado de nuevo –y veremos si definitivamente– la vida de este grandísimo golfista.