Hay competiciones, no muchas, cuya importancia trasciende lo meramente deportivo y son capaces de influir en la evolución de un deporte o incluso de todo un país. España ha tenido la suerte de acoger alguna de estas citas, como el Mundial de fútbol de 1982, los Juegos Olímpicos celebrados en Barcelona en 1992 y la Ryder Cup disputada en 1997 en el Real Club Valderrama, sede del Estrella Damm N.A. Andalucía Masters. Del 13 al 16 de octubre los espectadores que acudan al recorrido de Sotogrande tendrán la oportunidad de disfrutar de esta cita del DP World Tour, la mejor dotada económicamente de las tres que se celebran en nuestro país, y recorrer los mismos hoyos a los que se enfrentaron jugadores como Tiger Woods, José María Olazábal, Fred Couples o Nick Faldo en aquel duelo histórico en el que se impuso el equipo europeo capitaneado por Seve Ballesteros.

Aquella Ryder Cup, la primera disputada en Europa continental, marcó un punto de inflexión en la popularización del golf en nuestro país y sirvió de espectacular espaldarazo para la promoción de España, Andalucía y la Costa del Sol como destinos turísticos y deportivos, beneficios que se siguen cosechando 25 años después. Además, aquella Ryder Cup que recaló en el Real Club Valderrama gracias a los esfuerzos de Jaime Ortiz-Patiño y el apoyo de un buen número de patrocinadores institucionales y privados, está indisolublemente unida a la figura de los dos números uno que ha tenido el golf español a lo largo de su historia: Seve Ballesteros y Jon Rahm.

Seve Ballesteros, transformador del actual DP World Tour, se puso a los mandos del equipo europeo (en el que figuraban José María Olazábal y Nacho Garrido como jugadores y Miguel Ángel Jiménez como vicecapitán) y su meticuloso enfoque fue imprescindible para llevar al equipo europeo hasta la victoria final ante Estados Unidos. El triunfo por 14 ½ -13 ½  quedó refrendado en el último hoyo del último partido de la última jornada cuando Colin Montgomerie concedió el último putt a Scott Hoch y logró medio punto imprescindible.

“Para mí fue una Ryder Cup muy especial: después de todas las que habíamos compartido Seve y yo formando pareja, era la primera vez que jugaba con él como capitán. Seve estuvo pendiente de todo. Nos exigió mucho, lo mismo que siempre se había exigido a sí mismo y estuvo encima de todos los jugadores. Seve estudió el juego del equipo estadounidense en profundidad y preparó el campo de manera que todos jugásemos desde la misma zona para tener las mismas oportunidades, y con la ayuda del “Pisha”, su mano derecha, acertó de lleno en la elección de las parejas. Nos transmitió la pasión que ponía en todo lo que hacía y fue un gran capitán”, recordaba José María Olazábal en el vigésimo aniversario de la Ryder Cup de 1997.

Aunque Jon Rahm no era más que un tierno infante que no cumplía aún tres años cuando se jugó la Ryder Cup en Valderrama, su futuro deportivo también lo marcó aquella competición.

“Unos amigos de mi padre estuvieron en la Ryder Cup de 1997. Al volver, le animaron a jugar y nos apuntamos a la escuela de Eduardo Celles. Así empezó todo, si no es por esa Ryder Cup, probablemente no estaría aquí”, explicaba Rahm en su primera aparición en el Estrella Damm N.A. Andalucía Masters. Aquel viaje de los amigos de Edorta y Ángela, padres de Jon Rahm, fue decisivo para encaminar sus pasos, y los de sus hijos, hacia el golf, algo que también ha cambiado la historia de este deporte en nuestro país.

Por su parte, Rahm siempre ha señalado a Seve Ballesteros como faro y referencia.

«No me tomo como una presión el hecho de que me vean como un revulsivo para el golf, para mí es una motivación. Me encantaría poder ayudar al golf, aunque sea una pequeña parte de lo que hizo Seve en su momento. Juego gracias a él y a la Ryder Cup de 1997 en Valderrama», explicaba en el Open de España de 2018.

El recorrido diseñado por Robert Trent Jones Sr., el mejor de España según las publicaciones especializadas más prestigiosas, lleva desde 1988 acogiendo torneos de primer nivel como el Volvo Masters, pero se consagró en aquella gloriosa e inolvidable Ryder Cup. 25 años después, los espectadores podrán volver a vivir momentos únicos en la octava edición del Estrella Damm N.A. Andalucía Masters, que cuenta con una completa oferta de entradas con pases individuales para cada día, bonos para las cuatro jornadas o abonos para el fin de semana, con tarifas preferentes para federados y acceso gratuito para menores de 13 años. Las entradas para la edición de 2022 se pueden adquirir en edamgolf.es, en el menú Entradas de la web del torneo o directamente en el apartado de Tickets de la web del DP World Tour.

El Estrella Damm N.A. Andalucía Masters, torneo del DP World Tour valedero para la Race to Dubai que se celebra gracias a la imprescindible colaboración del Real Club Valderrama, está patrocinado por Estrella Damm y la Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local de la Junta de Andalucía, además de estar cofinanciado con fondos europeos y haber sido declarado acontecimiento de excepcional interés público por el Gobierno de España.

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Javier Reviriego director general Del Real Club Valderrama: “Trabajar en la Ryder Cup de 1997 fue un sueño”

La diosa Fortuna no le ayudó a Javier Reviriego en sus aspiraciones como jugador de golf profesional, pero sí le echó una mano a la hora de labrarse un brillante –y merecido– futuro laboral en la gestión de clubes de golf. El director general del Real Club Valderrama y anteriormente de Finca Cortesín, dos de los clubes más prestigiosos y laureados no solo de España sino de Europa, ambos sedes de competiciones profesionales de carácter mundial, vivió de forma muy especial la Ryder Cup de 1997.

“La viví trabajando en ella”, dice. “En aquella época”, rememora, “era profesional en el RCG Sotogrande y la televisión inglesa Sky Sports necesitaba profesionales de golf que hablaran muy buen inglés. Tuve la suerte de que me contrataron para ir siguiendo los partidos con un walkie-talkie y lo que hacía básicamente era cantarle al comentarista el palo que iban a jugar y la distancia que tenían. Iba con mi librito de yardas –entonces no había medidores láser– y le decía qué palo iban a jugar, la distancia y qué golpe era, claro”. 

“La verdad”, prosigue, “es que fue una experiencia increíble: pude ir por dentro de las cuerdas, pude seguir a Tiger dos partidos, a Chema Olazábal, seguí el partido en el que Nacho Garrido dio el golpe de búnker en el 17 tan famoso…”.

–¿Se le pasó por la cabeza en aquella época que algún día acabaría siendo el director general de Valderrama?

 –No. Desde que me dedico a la gestión de clubes siempre había soñado con llegar a Valderrama, pero en aquella época mi sueño era jugar al golf, era competir, hasta que me di cuenta de que no iba a ser posible. Entonces no se me pasaba por la cabeza, en aquel momento no, pero trabajar en la Ryder Cup fue una gran experiencia. 

–¿Qué es lo que más recuerda de aquella Ryder?

–Lo que más recuerdo es a Seve que iba en un buggy que debía estar trucado porque iba superrápido por todos lados. De repente te lo encontrabas en cualquier hoyo, iba siempre dando vueltas por el campo. Varias veces estaba yo sentado y de repente miraba para un lado y allí estaba él. Recuerdo concretamente un putt que metió Olazábal en el hoyo 18 para empatar un partido –hay varias fotos y en televisión se ve a Seve celebrándolo– y yo estaba pegado, justo al lado de él y de Miguel Ángel Jiménez.

–¿Cree que aquella Ryder Cup fue especial o solo una más?

–Fue muy especial por muchos motivos. Primero, porque era la primera vez que salía de las Islas (Británicas); segundo, porque se celebraba en un campo que ya por aquel entonces era mítico al haber conseguido unos estándares de mantenimiento que en aquella época existían en Estados Unidos,  pero no en Europa: ahí empezó el mito del Augusta de Europa. Y sobre todo porque el capitán era Seve, una persona muy especial, con muchísimo carisma. Todo eso contribuyó a que fuera una Ryder increíble. 

Y luego hay más condicionantes: no hay que olvidar que fue la primera Ryder de Tiger Woods, que solo tenía 21 años, acababa de ganar el Masters de Augusta por 12 golpes y fue su gran presentación al público europeo, aunque no tuvo una buena Ryder. 

El ambiente fue increíble, el público inglés es muy entendido en golf, pero yo creo que el público que hubo en esa Ryder tenía más fuerza, más pasión, y eso se notaba en el campo. Yo la recuerdo con un ambiente espectacular, muy superior al de otras Ryders a las que he podido asistir. 

–¿Qué supuso aquella Ryder Cup para la Costa del Sol? 

–Para la zona no fue solamente un torneo de golf: fue el inicio de que la Costa del Sol y Andalucía en general se convirtiera en el destino número uno de golf europeo. Hasta ese momento, la Costa del Sol no era un destino de golf, había buenos campos, sobre todo de clubes de socios, pero a partir de ahí se puede decir que empezó la explosión del turismo de golf. Golfistas de todo el mundo se dieron cuenta de que teníamos un destino magnífico con buen clima todo el año. Para mí, eso fue el inicio del boom de la Costa del Sol como destino de golf. Después de la Ryder se construyeron nuevos campos y cambió radicalmente la manera de promocionar el destino.