El actual número dos del mundo, el australiano Jason Day, se ha escrito dirigida a sí mismo como si tuviera 12 años una emotiva carta que versa sobre la vida, la muerte, la confianza en la familia y, por supuesto, el golf.

"Confía en mí en esto”, escribe, “vas a ser el golfista número uno del mundo. No, lo digo en serio, amigo. Número uno. La cima de la montaña”.

"Te estás riendo. Pero no sólo riendo: ahora lo sé, lo vas a intentar”.

Day escribe sobre cómo la muerte de su padre le va a afectar, y cómo le dará la espalda al golf. “Te emborracharás y te meterás en peleas".

Pero también cómo su madre será la que mantendrá todo en orden, y le dará el consejo que cambiará el curso de su vida: “Te dirá que es el momento de jugar al golf de nuevo."

Jason dice: "Escúchala... Serás demasiado joven para comprender plenamente lo que eso significa, y el sacrificio que requerirá de tu familia para que puedas asistir a la Academia. Pero tendrás unos sentimientos. Confía en ellos, y sé agradecido".

Insta a su yo más joven a recordar que hacerse profesional no será fácil, y que si bien toda su atención se centrará en mantener la tarjeta del Tour, lo más importante es darlo todo de uno mismo”.

"Jugar para mantener la tarjeta es el enemigo de jugar para ganar”, escribe.

“Pronto te darás cuenta qué es lo que se necesita para ganar en el Tour, lo que se necesita para ser grande: tienes que darlo todo, tienes que jugar para ganar."

Jason escribe cómo el año 2012 será el peor año en el Tour en cuanto a resultados, pero será uno de los mejores años de su vida. "Vas a ser un padre", dice.

"Cada vez que se dé la posibilidad entre elegir entre el golf y una familia que te necesita, va a haber una voz en tu cabeza diciéndote que elijas a la familia. Eso es bueno. Escucha esa voz”.

“No te arrepentirás. Ser padre es la mayor satisfacción que jamás experimentarás... Y cuando sea el momento adecuado –y tú lo sabrás cuando llegue– el golf todavía estará allí. Te lo prometo. Así que a tener paciencia, porque luego llega la victoria”.

Day le escribe a su yo de 12 años que todos los esfuerzos que haga, como levantarse a las cinco de la mañana para ir al instituto, merecerán la pena porque al final llegará a convertirse en un gran campeón del golf.

"Te estás riendo de nuevo", termina su carta. “Pensarás que estoy loco, pero sólo tienes que confiar en mí en esto. Sé que los tiempos son difíciles en estos momentos, y sé que echas de menos a tu padre, pero sólo tienes que confiar en mí”.

"No siempre será fácil, pero cada ver será menos difícil. No siempre saldrán bien las cosas, pero irán mejorando”.

"Y si no puedes ver eso, mira hacia el cielo en Beaudesert (su ciudad natal) y créeme: desde lo alto de la montaña se ve todo muy claro”.