Tiger Woods ha puesto otra vez en marcha el mecanismo que contabilizaba sus títulos en los torneos de la serie de los Mundiales (WGC), detenido desde agosto de 2009, con una victoria superlativa en el Campeonato Cadillac, en Miami, en el mítico 'Blue Monster' del Doral. En Miami no es que se viviera la primera victoria de Tiger desde que su corazón golfístico se detuvo con sus infidelidades, a finales de 2009, y el posterior divorcio.
El californiano, que perdió en ese trance también su liderazgo mundial, abrió su cuenta en el PGA Tour en 2012 y con tres títulos. El pasado mes de enero, incluso, aumentó esa lista, al ganar el Farmers Insurance Open, sin contar la reunión "familiar" del Chevron World Challenge (18 jugadores) que ganó a finales de 2011.
Lo que sí ha logrado Tiger, a sus 37 años, es recuperar su estatus en los citados WGC, que lo conforman cuatro torneos a lo largo de toda la temporada y que reúne exclusivamente a los mejores jugadores del ránking mundial. Los Mundiales son, tras los torneos de Grand Slam, los más importantes del calendario.
Por eso, el hecho de que Tiger ganase en Miami su séptimo Cadillac Championship -el último lo logró en 2007- y decimoséptimo título WGC con un liderato mantenido desde el primer día, con récords de 'birdies' y 'putts', sin duda subraya un momento de inflexión.
La carrera de Tiger vuelve así a tomar impulso con un combustible valioso. A un mes del comienzo del Masters de Augusta, la gran noticia para el golf es que Tiger ha roto el candado.
Tanta fue la superioridad de Woods en la ventosa ronda final (arrancó con una renta de 4 golpes) que el relato de sus 18 hoyos fue una compilación de sus cifras: segundo título en 2013, el 77 de su carrera en el PGA Tour (a cinco del récord de Sam Snead), millón y medio de dólares como premio y ya segundo en la lista de ganancias.
Lo mejor, en cuanto al golf, vino de las manos que dominan el ránking mundial, las del norirlandés Rory McIlroy. El joven de 23 años saldó sus deudas con un brillante 65 (7 abajo), la mejor cartulina dominical y que sirvió para meterse en el 'top-10' y borrar las frustrantes actuaciones en los tres torneos precedentes que ha disputado.
El trabajo global y el remate del español Sergio García no fue menos espectacular. El castellonense, de 33 años, acabó cuarto, con 69 golpes finales y confirmado en la elite suprema, en el grupo superior dentro de los mejores del mundo.