El torneo que desde hace catorce años organiza el magnate del café hispanomexicano Domingo Muguira es sin duda el más atractivo de cuantos se hacen en el mundo. No sólo los aficionados mexicanos lo esperan como agua de mayo, sino que golfistas de otros muchos países lo tienen fijado en el calendario como una cita ineludible.

Yes que este torneo es mucho más que una simple competición: es una semana entera de convivencia, de diversión y de práctica deportiva en la que se derrocha camaradería golfística, lo que no impide, por otra parte, que los más de 200 inscritos luchen denodadamente por conseguir uno de los más preciados premios de la mejor bolsa que una competición amateur pueda soñar. No hay nada que se le iguale en el mundo.

Lo más destacable de los premios son los once automóviles que se ganan, siempre en los pares 3 más señalados o por hoyo en uno o por ser la bola más cercana a la bandera. Los coches se entregan todos de una forma u otra, al igual que una moto, televisores de plasma, infinidad de juegos completos de golf, etc., etc.

Bajo el patrocinio del café Los Portales, el torneo, que se celebra siempre la primera semana de noviembre, cuenta con un presupuesto que supera los 250.000 dólares, cantidad que para sí quisieran muchas competiciones de profesionales.

Aunque alguna vez se ha disputado en Chiapas, la sede permanente de la competición es la ciudad de Córdoba, en el estado de Veracruz. Se juega en el Club de Córdoba y el Santa Gertrudis de Orizaba, una ciudad vecina. Dos campos de nueve hoyos donde se dilucidan las tres jornadas de competición y las múltiples actividades que se realizan en torno a ella.

Aunque la clasificación final es importante, aquí casi lo que más cuenta es quiénes se llevan los coches, quiénes consiguen hoyo en uno o dejar la bola más cerca de bandera en los pares 3 que se determinan.

La verdad es que todo esto es una pura fiesta que empieza un jueves y termina el domingo con la última ronda y la cena de entrega de premios.

En los dos campos donde se juega no se para de comer y beber (el tequila puede ser peligroso a mitad de la ronda). Todas las noches hay una gran fiesta con espectáculo, cena y buena onda a raudales

A nivel deportivo el torneo ofrece varias curiosidades específicas made in Domingo Muguira, por ejemplo en los pares 3 donde se entregan los coches se horadan otros cuatro hoyos más alrededor del que tiene la bandera a una distancia de unos 30 centímetros, y cuenta como hoyo en uno si la bola entra en cualquiera de ellos.

La noche inaugural se organiza, para ir calentando, un tiro nocturno desde unos 120 metros a un green sicodélicamente iluminado. El premio para el ganador es una magnífica motocicleta.

 

ESPAÑOLES EN MEXICO

Desde hace once años un grupo de españoles, casi todos de Benahavís (Málaga), se desplaza a México para participar en esta semana de fiesta en torno al golf.

Este año la delegación española estaba copuesta por Ake Olofssom, Alberto Mena Castilla, Mirian Cano, Mats Olofsson, Esteban ‘Chiqui’ Ruiz, Jamal Benabdalah, Francisco Ramos y Antonio Sánchez, de Andalucía Golf.

Ciertamente Domingo Muguira nos da un trato especial, se desvive porque no sintamos cómodos y siempre organiza una semana inolvidable para nosotros.

Se le ocurrió, por ejemplo, hacer un enfrentamiento México-España el día antes de comenzar el torneo, y para eso seleccionó a ocho mexicanos que jugasen contra nosotros. Dieciséis personas disputando un partido en el que contaba la mejor bola.

Fue divertido, desde luego. Lo mejor del día, el albatros de Alberto Mena embocando de dos en un par 5 nada fácil. Al final hubo empate entre ambos países y nadie logró el premio de 1.000 euros que nos jugábamos. El que sí ganó uno de los once coches en disputa fue el melillense Jamal Benabdalah, así que la delegación española no se vino de vacío, y además otros, como Alberto Mena y Francisco Ramos, lograron importantes premios.

El propietario del café Los Portales es de ascendencia española –sus padres eran de Cantabria– y tiene la doble nacionalidad. Todos los veranos pasa al menos un mes en Marbella jugando al golf en Los Arqueros, muy a menudo en compañía del obispo Onésimo Cepeda Silva, el único obispo golfista que conozco y que tampoco perdona su veraneo en la Costa del Sol.