El peso de los apellidos

Ballesteros

Ahora que se cumple el primer aniversario del fallecimiento del golfista español más genial de todos los tiempos, el inigualable Seve Ballesteros, su hijo Javier ha competido –como amateur invitado– en su primer torneo de profesionales. Ha sido una experiencia muy emotiva para él porque el escenario (Sant Cugat, Barcelona) es el mismo donde 38 años antes debutó su progenitor como profesional, en el Campeonato de España de 1974. Tenía entonces Seve 17 años y una espectacular carrera deportiva –una de las más deslumbrantes del mundo– por delante.

Su relevo, la verdad, no lo ha tomado nadie en el golf patrio, donde el que más ha brillado hasta ahora en méritos deportivos ha sido su gran admirador y amigo Txema Olazábal, el dos veces campeón del Masters de Augusta, que atesora seis victorias en el Circuito Americano y 23 en el Tour Europeo. También ha deslumbrado bastante Sergio García, que en sus momentos más álgidos llegó a ocupar, en 2008, la segunda plaza en el ranking mundial, sólo antecedido en la clasificación por el extraordinario Tiger Woods . No hay duda de que Miguel Ángel Jiménez es un golfista extraordinario, que Álvaro Quirós pega fuerte en todos los sentidos, y que otro ramillete de jugadores españoles brilla –sin llegar a deslumbrar, desgraciadamente– en el panorama internacional. Y en éstas estamos cuando surge la gran noticia y los focos mediáticos iluminan con gran intensidad a la que, esperemos, sea una figura en ciernes. Y la verdad es que no lo ha hecho nada mal el joven Ballesteros, con rondas de 65, 73 y 68 golpes en la primera prueba del Peugeot Tour, en la que se enfrentaba, entre otros, a jugadores que han ganado en los circuitos Europeo, Seniors, Challenge, Alps y Peugeot.

“Me gusta mucho jugar con gente que juega mejor que tú”, dice con modestia, ”porque se aprende muchísimo. Por ejemplo en Madrid juego mucho con Pedro Oriol y entrenas de otra forma, pones más de tu parte”.

Curiosamente, Javier no sabía que Seve había disputado su primer torneo profesional en San Cugat: “Cuando estuve en el Castelló Masters me dijo Javier Gervás que, si me apetecía jugar algún torneo, se lo dijese. Como venía a jugar el Campeonato de Barcelona, le pedí invitación para el Peugeot y me la dio. Cuando me apunté no sabía que era el club donde había empezado mi padre, y la verdad es cuando lo supe me hizo especial ilusión”

Javier Ballesteros Botín, apellidos de enormes resonancias deportivas y económicas en nuestro país, es consciente de que la genialidad no se hereda y, a sus 21 años y con handicap 0,4, tiene los pies en el suelo y prefiere no hacerse demasiadas ilusiones. Su sueño es llegar a ser un buen golfista profesional y vivir si es posible de este deporte, que tan intensamente le ha envuelto desde que era un niño gracias a su padre. Tiene un enorme parecido físico con él, pero su juego está aún “muy lejos” del que hizo a su progenitor famoso en todo el mundo. “No tengo ninguna presión por ser el hijo de Seve, porque no tengo nada que demostrarle a nadie, sólo a mí”, asegura.

Su objetivo es por ahora disfrutar de este deporte: “No me pongo metas cuando juego este o cualquier otro torneo; y mucho más como amateur, lo que hay que hacer es disfrutar y aprender”. De momento está cursando tercero de Derecho en la capital de España, adonde regresó tras haber iniciado sus estudios en Estados Unidos. “Estuve un mes y medio en la Universidad de George Washington y no estaba contento, tenía otras expectativas”, explica. “El golf, bien, pero el resto no me convencía”, añade. ”No era por estar lejos de casa”, prosigue, “porque ya había estudiado en Inglaterra muchos años, pero faltaba algo”. La noticia de la enfermedad de su padre fue lo que le hizo tomar la decisión de volver a su país.

Hacerse profesional es algo que ha estado anidando en su cabeza desde hace mucho tiempo, pero sin marcarse plazos: “Siempre he jugado al golf, estuve en los equipos nacionales entre los 14 y 16 años, y el hecho de tenerlo en casa ha hecho que siempre me plantease ser profesional de golf algún día; pero primero tengo que terminar la carrera, es algo que me han inculcado mucho mis padres, quizás más mi padre porque le faltó a él, pero los dos siempre me han insistido mucho, y es mi prioridad. Luego ya veremos. No tengo plazos, no quiere decir que en cuanto termine la universidad me haga profesional, en ese momento veremos qué pasa”

Cuando llegue la hora de la verdad, tomará la decisión que él estime correcta y –dice– contará con el total apoyo de su madre, Carmen, hija del poderoso banquero Emilio Botín. El joven Javier parece un chico juicioso y serio que sabe lo que quiere y va a luchar por intentar conseguirlo. Conque haya heredado una pequeña parte del talento y la fuerza de voluntad y capacidad de trabajo de su padre, el futuro le será propicio. Veremos

 

Eduardo García Palacios

 

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