Miguel Ramos, desde hace unos meses al frente del restaurante del Club de Golf Santa Clara Marbella, es, sin duda,  uno de los hombres más reconocidos del sector. Su relación con el mundo del golf comenzó hace ya muchos años: primero fue caddy master en el Club de Golf Miraflores (Mijas), poco después, a mediados de los noventa, se hizo cargo del restaurante del club, y tras un breve periodo de tiempo fuera de este mundillo, a comienzos de este nuevo siglo, regresó al golf para hacerse cargo del restaurante del Club de Golf Santana (Mijas), donde permaneció siete años antes de incorporarse a Santa Clara.

“Siempre intentando abrir nuevos horizontes” -apunta Miguel- “hemos elegido este club de golf emblemático, muy próximo al casco urbano de Marbella porque aquí tenemos más perspectivas de negocio y estoy seguro de que vamos a trabajar mejor que en etapas anteriores”.

“Estas instalaciones” -sigue- “son muy superiores a las otras y con muchas más posibilidades. Todo el mundo sabe que Santa Clara Golf Marbella cuenta con una de las mejores casa club de la Costa, y que además está en un entorno privilegiado”

Miguel es uno de esos “restauradores” que cuenta con un nutrido “club de seguidores” que vaya donde vaya nunca le pierden la pista. Los que alguna vez han tenido la suerte de comer en alguno de sus restaurantes saben que su filosofía culinaria y de servicio no ha variado nunca, que siempre pretende situarse en el nivel de calidad más alto posible. Hay algunos, incluso, que casi consideran lo de jugar al golf como una “excusa” para después poder disfrutar de sus famosos linguini frutti di mare, que son únicos, o de su amplia y magnífica variedad de carnes.

“Tengo algún grupo -dice- que me encarga los entrecots casi antes de haber reservado el greenfee. También estoy muy orgulloso de nuestras tapas, del picoteo, como yo le llamo, que es poco usual en un club de golf.

“Ahora” -concluye- “para los domingos de este verano, aunque ya veremos si continuamos después, hemos hecho un paquete con el club que consiste en greenfee y buggy, más paella y  bebidas por solo 70 Euros”.

¡Qué mejor día que un domingo para jugar golf y comerse una paella!

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