Nacía con la recuperación de la Democracia en España, en 1976, y se convertía en una de las empresas pioneras en dotar de maquinaria y diverso equipamiento al entonces incipiente sector del golf en este país, que apenas contaba con 60 campos de golf. Julián Lara, su fundador, tuvo una acertada visión –incluso en la elección del lugar donde se produciría el alumbramiento empresarial: Marbella– cuando anticipó el boom que en lo siguientes años protagonizaría este deporte en España. Riversa vive un gran presente y afronta un futuro prometedor.

Y  es que esta compañía es todo un referente no sólo en la industria del golf, sino también en la de los espacios verdes de todo tipo, desde instalaciones deportivas a áreas de esparcimiento, tanto de titularidad privada como pública.

Un año clave para Riversa fue 1979, cuando conseguía la distribución de la empresa norteamericana Toro para España. “Fue un hito importante”, rememora Julián Lara, “que nos hizo pensar en una expansión a nivel nacional y que con el paso de los años nos convirtió en líderes en el sector de los espacios verdes en nuestro país”. En la industria del golf, Riversa es la empresa decana en España: “Cuando nosotros empezamos“, dice su fundador y presidente, había otras, pero fueron desapareciendo con el paso del tiempo, y otras se fueron creando”.

Después de haber logrado la confianza de Toro, Riversa consiguió la distribución nacional de otras firmas de gran prestigio en el sector, entre otras Club Car, una marca sobre todo de vehículos eléctricos para golf pero también para otros sectores, como la hostelería, aeropuertos, industrias, para movilidad en recorridos cortos. “Es una marca que también nos ha hecho crecer bastante y de la que igualmente nos sentimos muy orgullosos”, comenta.

–¿Cómo ha ido evolucionando Riversa a lo largo de los años?

–Con el paso de los años hemos ido creciendo y ampliando nuestra presencia en España y en la actualidad contamos con cuatro delegaciones en distintas zonas del país, con la central en Marbella. Creamos la delegación de Madrid y posteriormente las de Cataluña, que cubre además Baleares, la de Levante y la de Canarias, que tiene su base en Tenerife. Con estas delegaciones y más de setenta empleados, Riversa cubre y da servicio a todo el territorio español.

Ya afianzados en el mercado de los espacios verdes, desde hace unos años hemos ampliado nuestro abanico de mercado y hemos entrado con otras marcas y productos en otros sectores como el forestal, con máquinas para podas, eliminación de podas, compost, etcétera. Nos hemos introducido también en el mercado de la automoción para municipalidades, concretamente con las marcas Mega y Club Car. Estamos cubriendo las necesidades de automoción dentro de aquellas ciudades donde hay espacios reducidos para el tráfico en el centro. Son vehículos con motores eléctricos para evitar la contaminación.

También hemos abierto mercados en algo tan diferente como el reciclado de todo tipo de residuos de espacios verdes y de origen forestal. Nos actualizamos como empresa buscando siempre las necesidades del mercado.

–¿Cómo ha ido superando Riversa las distintas crisis económicas durante estos cuarenta años?

–No ha sido una tarea fácil superarlas y cumplir tantos años, pero centrándonos en la última podemos decir que fue una crisis dura pero que pudimos superar gracias a la consolidación que tenía nuestra empresa en el mercado, a un respaldo financiero-económico que habíamos acumulado a lo largo de años anteriores y a una reestructuración empresarial importante. Hoy, afortunadamente, podemos decir que estamos ya casi fuera de esa última crisis y, como dije a mis empleados cuando empezó la crisis, vamos a trabajar duro y todos a una para intentar salir de la crisis más reforzados, y, sin duda, así ha sido.

–¿Cómo se presenta el futuro para la empresa?

–Estos cuarenta años nos han servido y sirven de experiencia para pensar en un futuro halagüeño para Riversa. Yo soy su fundador y tengo ya una edad en la que pienso más en el retiro, pero el futuro de la empresa está garantizado desde el momento en que nos hemos preocupado desde hace tiempo en garantizar esa transición. Tenemos gente en la empresa muy preparada que lleva años con nosotros, que conoce perfectamente todos los engranajes de la compañía, que está muy integrada e identificada con la empresa y, sobre todo, tengo a mi hijo, que ya lleva quince años en la empresa, que se preparó en la universidad y en hacer sus masters correspondientes, y trabajando en empresas en el extranjero y en España antes de entrar en Riversa. Puedo decir que estoy muy orgulloso de saber que hay una continuidad gracias a ese equipo encabezado por mí y sobre todo, para el futuro, por mi hijo Sandro.

Esta fortaleza y seguridad nos hace que pensemos en nuevos retos, en nuevos mercados, en una expansión no sólo a nivel nacional, sino también internacional. Creamos una empresa en Portugal, Irrimac, que cubre todo el país y que está, después de unos años, obteniendo muy buenos resultados, y estamos pensando en expandir nuestra experiencia y nuestra empresa a otros mercados internacionales, a Latinoamérica, concretamente a Brasil, donde ya tenemos unas negociaciones bastante avanzadas, y probablemente también a Argentina, en colaboración y asociación con una empresa que ya existe allí… Estamos ahora mismo en plena evolución, en pleno desarrollo de nuevos mercados, sin olvidar evidentemente que nuestra base está en España y que es aquí donde tenemos que seguir haciendo todo el esfuerzo posible para atender a nuestros clientes dándoles el mejor servicio, que ha sido siempre nuestro objetivo.

–¿Cómo ha visto la evolución del sector del golf en estas cuatro décadas de existencia de Riversa?

–Cuando la empresa empezó su andadura, en España había unos sesenta campos de golf (en la actualidad, más de 400), y concretamente en Andalucía había una docena, y en Marbella, seis. Se acababa de inaugurar Aloha, y llevaban unos años abiertos los dos de Guadalmina, Río Real , Los Naranjos y Las Brisas. Torrequebrada empezó con nosotros, hace cuarenta años… Eso es lo que había entonces.

Hemos vivido todo el desarrollo de la industria del golf en España. Ha tenido sus momentos brillantes, cuando se desarrollaron proyectos muy interesantes y muy buenos, y la pruebas es que ahí están y que el tiempo los ha premiado y tratado bien, y también, hay que decirlo, hubo otros proyectos menos afortunados que, quizá por el lugar, quizá por el proyecto o quizá por la inversión, que no eran los más adecuados, son los que el tiempo ha castigado más. Durante los últimos años de la crisis, el golf, tanto el turístico como el golf social, ha aguantado muy bien el tirón, ha sabido adaptarse a las circunstancias... Es verdad que han invertido poco, puesto que tampoco había mucho para invertir, pero han sabido gestionar la situación muy bien, y prueba de ello es que hoy en día esos campos, en toda España, están recuperando la posición que tienen en el mercado internacional.

Y si me refiero al golf andaluz, yo que conozco el golf en toda España, está claro que los campos andaluces son el espejo en que se miran los de las otras regiones. Es el buque insignia del golf español, sobre todo desde el punto de vista turístico, y le sigue muy de cerca en este aspecto el golf de Baleares y el de Canarias. Son los tres destinos turísticos de golf más deseados, y donde nosotros tenemos mayor volumen de negocio. En el resto de España lo están haciendo también bastante bien, teniendo en cuenta que no tienen el clima ni esa estructura turística de la que gozan las tres zonas citadas.